SEMANA #1: COMUNIDAD

DÍA 6: ¡QUÉ AMIGO!
14 DE SEPTIEMBRE DE 2019 

Jesús no solo fue el único Rabí (maestro) de sus tiempos. De hecho, antes de que Jesús viniera, los maestros más famosos en Judea y Galilea era Rabbi Hillel, quien murió cuando Jesús era un adolescente, y Rabbi Shammai, quien murió aproximadamente 10 años después.

En aquellos días, era la costumbre que los jóvenes que quisieran aprender la Toráh solicitaran convertirse en uno de los seguidores de los Rabís. Si el Rabí decía que sí, entonces el joven estaría junto a él constantemente para absorber sus enseñanzas, las maneras de estudiar y pensar, y emular su estilo de vida. Eventualmente, los mejores estudiantes se convertirían en Rabinos, dejando a sus maestros con el fin de enseñar a otros.

Hay varias diferencias radicales entre la relación de Jesús y sus discípulos y la relación entre los rabinos y sus discípulos. Por ejemplo:

Los discípulos de Jesús no solicitaban ser sus discípulos. Él los eligió a todos personalmente. Jesús dijo: “Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes.” (Juan 15:16, NTV).

Los discípulos de Jesús no lo dejaban con el fin de convertirse en Rabinos. Jesús los dejó para que ellos se convirtieran en evangelistas: “Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con ellos, fue levantado al cielo y se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios.  Y los discípulos fueron por todas partes y predicaron, y el Señor actuaba por medio de ellos confirmando con muchas señales milagrosas lo que decían” (Marcos 16:19-20, NTV).

Pero más importante aún, antes de dejar a sus discípulos para compartir el evangelio, Jesús les dijo:  Ya no los llamo esclavos, porque el amo no confía sus asuntos a los esclavos. Ustedes ahora son mis amigos, porque les he contado todo lo que el Padre me dijo” (Juan 15:15, NTV).

La relación de Jesús con sus discípulos era mucho más que la relación entre un Rabino y su seguidor; envolvía una relación de amistad íntima. Jesús vivió en relación constante con otros. No solo fue el primo de Juan el Bautista sino que también un gran amigo. Se hizo amigo de Zaqueo quien era solitario. Fue amigo de los 12. Fue criticado por relacionarse con cobradores de impuestos y pecadores. En su hora más oscura, en el Getsemaní, él le pidió a sus amigos más cercanos que se quedaran junto a Él.

Las amistades de Jesús incluían a Lázaro, Marta y María de Betania. Él los visitaba con frecuencia. Probablemente quedándose allí mientras participaba de varias de las festividades del templo en Jerusalén. En una ocasión en su casa, le solicitaron que interviniera en disputa entre las dos hermanas (Vea Lucas 10:38-42, NTV). En otra ocasión mientras estaba recostado de la mesa, María ungió sus pies con aceite y los secó con su cabello (Vea Juan 12:3, NTV). Y, por supuesto, en otra visita, Jesús levantó a Lázaro de entre los muertos (Vea Juan 11:38-44, NTV).

Jesús sirvió como un ejemplo vivo de la verdadera amistad. Una lectura cuidadosa de los evangelios nos revela la naturaleza de un verdadero amigo viviendo en comunidad. Jesús es el Señor y aún así lavó los pies de sus amigos. Su corazón fue traicionado en ocasiones y fue abandonado por muchos de sus amigos, pero Él nunca los dejó. Les enseñó a mar, a perdonar, y a vivir en comunidad. Y ahora a través de las páginas en la Biblia, nos enseña cómo hacer estas cosas también.