Nuestra Isla está ubicada en un área propensa a temblores de tierra. Aunque siempre está temblando, estas pasadas semanas hemos experimentado los temblores de tierra más fuertes que se hayan registrado desde el 1918. La magnitud de esta cadena de sismos, no solo nos permite sentir la tierra moviéndose, sino que también ha causado daños de gran escala en la infraestructura del área sur. Muchas familias han perdido sus residencias. Otros, han sido desalojados y ubicados en refugios. Y mientras la tierra tiembla, también tiemblan nuestros corazones, nuestra emociones y hasta nuestro cuerpo. La preocupación agobia el alma de un pueblo que ha experimentado de primera mano el miedo y la inseguridad. Y estas son reacciones normales ante la amenaza que hemos sentido.
Como parte de esta experiencia hemos retomado nuestros planes de emergencia. Entre estos, el de movernos a un lugar seguro en caso de otra incidencia. En estos lugares seguros podríamos salvaguardarnos físicamente en caso de otro evento sísmico. Pero pensaba ¿a qué lugar seguro se mueven nuestro corazón y emociones cuando esto ocurre? Porque ¿qué pared de soporte nos protege del miedo? ¿qué triángulo de la vida guarda nuestros pensamientos en paz? ¿Qué ángulo refugia nuestra ansiedad?
La Palabra de Dios presenta diversos escenarios en los que la tierra también tembló. El Salmo 46:1-2 (NTV) redacta la alabanza confiada del salmista en medio de tiempos de tribulación que dice de la siguiente forma: “1 Dios es nuestro refugio (amparo) y nuestra fuerza; siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad. 2 Por lo tanto, no temeremos cuando vengan terremotos y las montañas se derrumben en el mar”.
La palabra refugio o amparo que se utiliza en este texto significa literalmente refugio o huir por protección. Es que en momentos como los que hemos experimentado como país, nuestro lugar seguro, al refugio que podemos huir para protegernos, está en Dios. Es Dios. ¿Quién guarda nuestros pensamientos en paz? -Dios. ¿Quién toma nuestras cargas y tiene cuidado de nosotros? -Dios. Dios es nuestro amparo y fortaleza aunque la tierra tiemble. Hay un lugar seguro para que nuestras preocupaciones y temores sean tornados en canciones. Corramos al Lugar Seguro. Corramos al abrigo del Altísimo. Amparémonos bajo la sombra del Omnipotente. Cantemos pues, ante la intervención del Dios que nos saca del pozo de la desesperación y pone un cántico nuevo en nuestra boca. Afirmemos juntos como escribió Horatio Spafford: “De paz inundada mi senda esté o cúbrala un mar de aflicción, cualquiera que sea mi suerte, diré: Estoy bien, tengo paz, ¡Gloria a Dios!”
Oración: ¡Oh Señor! Nuestras vidas descansan en la seguridad de tu amparo. Permítenos extenderla a aquellos que carecen de la misma. Impúlsanos a ser reflejo de tu paz a aquellos en necesidad.