“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25-27 - Reina-Valera 1960).
La noticia de saber que una buena amiga, casi como una hermana ha muerto, no deja de ser impactante. Es una noticia que marca una fecha en el calendario de nuestras vidas. No hay nada que podamos hacer para dar consuelo a esa persona.
El relato al que hace referencia el versículo de hoy, proviene de un mensaje de consuelo que Jesús le da a Marta ante la muerte de su hermano Lázaro. En los próximos versículos Jesús, acto seguido, le pregunta a Marta: “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”. Sin titubear, ella contesta: “Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (Juan 11:27). El acto de creer que viviremos al morir es un acto de genuina fe.
Recientemente estuve viendo un documental de una persona que en la sala de cirugía luego de 20 minutos sin reaccionar, fue declarado muerto. En su relato dice que escuchó a los doctores mencionar cuál fue la causa de su muerte. Dice que en ningún momento sintió miedo, experimentó una gran paz y nunca estuvo solo, ya que sintió que lo acompañaban. Luego de esto fue transportado a un lugar donde había árboles en un campo lleno de flores hermosas. En un momento dado vio una especie de nube de la cual salió una mano muy fuerte. Decía la persona que parecía la mano de un agricultor, la cual se extendió hacia él. Pero al momento de tratar de asirla, la mano lo detuvo y le dijo: “Aún no es tu tiempo”.
La casa de Marta, María y Lázaro era el lugar de descanso de Jesús. La casa de sus amigos donde María se sentaba a sus pies a escuchar la voz del Maestro. Lugar donde Marta le reclama a Jesús que estaba necesitaba de ayuda para terminar los quehaceres. Lugar donde Jesús le dice a Marta que María había escogido la mejor parte.
Tal vez Marta no tuvo la oportunidad de escuchar un relato de resurrección, o la experiencia de haber visto una. No había forma de que su expresión: “Si, Señor yo he creído”, estuviera sustentada por un documental. ¿Qué hizo que Marta contestara con tanta seguridad a la pregunta de Jesús sobre que Él era la resurrección y la vida? Una vida de escuchar las enseñanzas del Maestro, los milagros que hacía, la multitud impactada por sus palabras de esperanza y perdón, aunque fueran escuchadas desde la cocina, obraron en el corazón de Marta de modo tal, que se fue alimentando de esa semilla que se iba sembrando en su corazón. Esa relación con Jesús fue la base para que Marta creyera que Él es la resurrección.
¿Cuánta intimidad tenemos con Dios como para conocerle mejor y estar seguros de que a la hora de partir vamos a morar con Él? Te invito a que juntos hagamos un ejercicio de introspección y nos aseguremos de que realmente creemos que Él es la resurrección y la vida, que sí creemos en su promesa de vivir juntamente con Él por toda la eternidad.
Jeannette Morales Sánchez