Jesús es el camino, la verdad y la vida y nadie va al Padre si no es por intermedio de Él. Lo primero que Jesús dice es “Yo soy el camino”. ¿El camino a dónde? El camino al Padre, al hogar del Padre. En realidad, no es difícil de entender: un hijo sabe dónde vive su padre. Jesús estaba en la tierra, pero antes había estado al lado del Padre en el hogar celestial y sabía cómo regresar allá. Por eso Él es el camino, Él nos conduce hasta Dios Padre por medio de su muerte y su resurrección.
En realidad, el camino al árbol de la vida (la vida eterna) había sido cerrado por el Padre después de la caída el hombre (Gén. 3:24). Puesto que la ley divina es tan sagrada como el mismo Dios, solo uno igual a Él podría expiar su transgresión. Ninguno, sino Cristo, podía salvar al hombre de la maldición de la ley y colocarlo otra vez en armonía con el Padre. Por el derramamiento de Su sangre limpia y pura, Jesús abrió el camino a la vida eterna, Jesús se enfrentó a la espada de la justicia de Dios en la cruz del calvario (Zac.13:7; Sal. 22:20) abriendo así el camino a la vida eterna y convirtiéndose así Él mismo en el único camino que lleva al Padre (Heb. 10:19-20).
Aquí, cabe recordar que no hay otra forma de entrar al reino de los cielos, solo entregando nuestras vidas a Jesús, confiando en la obra redentora que Él cumplió con Su muerte en la cruz y Su resurrección de entre los muertos, y viviendo una vida de obediencia y santidad. No hay nada en este mundo que le pueda salvar. Porque todo es temporal o pasajero y ninguna cosa pasajera le puede ayudar a entrar en la eternidad. Solo Jesús que es eterno, le puede ayudar a entrar a la vida eterna.
Jesús afirmó que Él era el único camino para llegar al Padre. Por lo tanto, a todos sus seguidores inicialmente se les llamaba, “los del camino”. La presencia de una persona que pertenecía a “los del camino”, se hacía evidente por su manera de vivir y por la manera de establecer prioridades. “Los del camino”, recordaban constantemente las enseñanzas de su maestro, la forma como Jesús respondía a las necesidades, como trataba al prójimo, como se relacionaba con los niños y las mujeres, su atención al enfermo y desfavorecido. “Los del camino” procuraban ser una representación digna de su Señor. La actitud de los primeros creyentes reflejaba tanto la actitud de Jesús al poner en práctica todo lo que aprendieron de Él, que alcanzaron su objetivo: representar a Cristo y hacerle conocer. A estos dejó de llamárseles «los del camino» y se les llamó cristianos (Hechos 11:26), tal vez por el reflejo del rostro de Cristo en ellos.
¡Que así se fijen en nosotros! ¡Que cada persona que nos mire se vea obligado a pensar en la belleza de Jesús!
Abraham Maldonado