“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14: 6-9).
Todavía en estos tiempos de tantas situaciones por las que atraviesan todos los seres humanos, existe la duda de quién es el Padre y el Hijo. Sin embargo, cuando vamos a las Escrituras, lo vemos tan fácil. Mejor aún, cuando se practica el creer en el Gran Yo Soy... Porque sin nuestro maravilloso Señor, nada sucede correctamente. Porque no es su perfecta voluntad.
Sensibilizar el corazón para sentir al Hijo y al Padre en cada oración, en cada petición y en cada palabra, resalta el amor a Él. Hace que cada día creamos más en Jesús, en el Padre, en Dios. Por medio del Hijo Jesús, oramos y pedimos dirección. Sabiendo que nuestro Padre, envió a su Hijo a estar entre nosotros y a vivir para salvarnos a nosotros, sus hijos.
Solo tenemos que creer, entregarnos a Él en alma, cuerpo y espíritu. Sabiendo que nada es posible sin su dirección. Conociendo su corazón, que siempre está dispuesto a perdonar nuestros pecados y a ayudarnos a salir de cada situación que no es de Él.
Cuando lo conocemos, sabemos que el Gran YO SOY es el camino, es la verdad y la vida. Sin esa dirección, muchas situaciones suceden pero, cuando se está intentando ser ese o esa hija respetuoso (a), cuidadoso (a), que sigue el ejemplo del Padre, surge una emoción maravillosa dentro de uno. Se siente que estás bien. Cuando es a la inversa, “se redarguye” el ser, el corazón y la persona no logra tener paz, tranquilidad, ni convencimiento de que lo que hace, piensa o desea, está bien. Hay incertidumbre, inconformidad donde se sabe que ese no es el camino.
Por eso, es que conociendo al Hijo, conocemos al Padre y sabemos que si Él es el Gran YO SOY, nos llevará a estar en el camino, nos hará llegar a la verdad y nos encontraremos en la vida trazada por Él para nosotros, sus hijos.
La esperanza y fe, es que:
Nos queramos acercar, a su lado estar.
Que el cielo sea real y la muerte no será.
Querer escuchar voces de ángeles, cantando unidos…
Vivir en su camino y nunca alejarnos de lo que el Señor trazó para salvarnos.
Nos ama tanto nuestro Dios, que no quiere que nos perdamos sin encontrar lo que Él nos ha prometido. (Inspirado por el Gran YO SOY, canción en espíritu y en verdad).
Mayra Maldonado Brignoni