La vid es la planta de la uva y el labrador es el dueño de la viña donde es plantada la vid. Dios es el Labrador que envió a Jesús quien es la vid verdadera para que nosotros, al nacer en Cristo, estemos como ramas de la vid arraigadas a él.
Dios cuida de su pueblo. Su viña y nosotros nos alimentamos, nos nutrimos de la savia de la vid que es Jesús. Reconocemos la verdad de esta metáfora que utilizó Jesús para explicarnos que Él es el Labrador. La vid es la encargada de limpiarnos para que llevemos frutos abundantes mientras pensamos en Él. El cultivo de la vid no es sencillo. Se necesita un clima adecuado y unos conocimientos para una viña fructífera.
Si somos sus discípulos, tenemos que aprender de las enseñanzas de Jesús de cómo vivir una vida victoriosa si permanecemos en Él. Dios, como labrador de la viña, nos conoce bien y mira más allá de lo que nosotros podemos ver. Por eso, hay ocasiones y situaciones difíciles de llevar y Dios nos poda y limpia a través de ellas para llevarnos más frutos. Así crecemos y maduramos. Haciéndonos más fuertes con la confianza en el Señor y podemos ser como Jesús quien es la vid verdadera.
Migdalia Rodríguez