“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:26).
De muy niño, y en las reuniones de familia que se me permitía participar, era muy frecuente que salieran las historias de muertos y aparecidos. Mi mente de niño impresionable daba crédito a aquellas historias como si fueran una realidad. La única razón para creerlas era que salían de la boca de una persona mayor que me merecía mucha credibilidad. Como adulto no creyente, y con la filosofía y experiencias cotidianas de “ver para creer”, no podía comprender la palabra de Dios que me hablaba de la vida y la resurrección de los muertos.
Ya una vez en los caminos del Señor, me encuentro con esta Palabra en Juan 11:25, que afirma que “Jesús (El YO SOY) es la resurrección y la vida, y el que cree en Él, aunque esté muerto vivirá”. ¿Cómo podía ser esto posible?
Repasando la Escritura, advertimos la estrecha amistad que existía entre Jesús, Lázaro, Marta y María. Habiendo sido testigos de muchos de sus milagros, habían desarrollado la confianza del que ve y cree. En el pasaje mencionado, Lázaro había estado muerto cuatro días y sus hermanas estaban molestas. “¿Por qué no vino Jesús cuando se le mandó a decir? ¿Por qué se ha retrasado?" Hubiera sido fácil que Jesús viniera a Lázaro en su momento de enfermedad y sanarlo como había hecho con otros. No estaba tan lejos. Se podría haber evitado la muerte de Lázaro. Pero Jesús esperó a propósito. La respuesta de Dios siempre llega en el momento adecuado y es puntual, aunque más a menudo parece que se retrasa. La mejor ayuda que podemos recibir nunca se retrasa. Llega en el momento perfecto de Dios y es siempre "para que creáis" (Juan 11:15)..
Lo que Jesús estaba enseñando a Marta, a ti y a mí es que "estando aquí tu hermano vivirá a pesar de que había muerto". Cuando Jesús está con su pueblo ninguno de ellos morirá por siempre, porque Él es la resurrección y la vida. La resurrección y la vida estaban allí de pie hablando con Marta. La resurrección y la vida se nos presenta y nos habla, pero contrario a la lógica humana de ver para creer, primero creemos y luego veremos la gloria de Dios en toda su manifestación. Él viene a nosotros en la tumba abierta y nos dice: "Yo Soy la Resurrección y la Vida!"
Si voy a vivir para Dios, tengo que tener a Cristo, y si quiero servir con mi vida a Dios tengo que seguir en Cristo. Cualquier cosa más allá del círculo de Cristo es la muerte. "Usted está muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios", escribió el apóstol Pablo.
La presencia de Jesucristo con nosotros significa la vida y la resurrección. ¡Aleluya!
Armando Rivero