Verdad y justicia

Estas dos son inseparables en sus funciones. Hombres y mujeres reflexionaron en ellas a través de la historia de la humanidad. La búsqueda del fundamento de estos dos temas trasciende más allá de los límites de la imperfección humana, evidente en toda nuestra historia. Los pilares de este edificio están y toman fuerza en el eterno y soberano poder de Dios. Afirmo, como parte de la definición de la verdad, que es el fundamento firme que impulsa las acciones de lo que pensamos y decidimos (dinámica) de manera individual o de forma colectiva.  El propósito es edificar la vida para la gloria de Dios. Jesús, proclama de forma absoluta ser esa verdad en el Evangelio de Juan 14:6. El texto bíblico en Romanos 1:19-20, afirma que Dios también revela acerca de la verdad por medio de la creación.

Afirmo del concepto de justicia, que es el impulso natural de los valores de la verdad sobre esta dinámica (atribuye y adjudica a todos/as, incluyendo lo que nos pertenece en forma balanceada y justa).  Esto permite las transacciones del diario vivir. La justicia es dependiente de la verdad.

Hoy, reflexiono después de la extensa experiencia de estudio y predicación por nuestro pastor, acerca de la genética de la Iglesia. El Señor nos mueve a la intensidad de su palabra en el libro de Efesios. Con relación al tema de la verdad y justicia, estos son inseparables; diría yo que, “se besan”. La justicia, es mi responsabilidad de vida como cristiano y como Iglesia, cuerpo de Cristo. Responde a la verdad de Dios Padre que es revelada y modelada en Cristo el Señor. Efesios 4:20 nos invita a revisar los fundamentos de nuestra formación conforme a la verdad que es en Cristo para ser instrumentos de edificación útiles en una sociedad llena de conflictos y crisis. El Yo Soy del capítulo 14 de Juan, proclama a Jesús como la referencia absoluta de Dios. Las decisiones que excluyen el modelo de Jesús al ordenar importancia y prioridades conllevan a la injusticia.  Por tanto, son inservibles en nuestra comisión evangelizadora. Los creyentes que han experimentado el sello del amor de Dios por medio del Espíritu Santo, están aptos para esta misión. Los frutos de justicia constituyen la veracidad del mensaje evangelizador de la iglesia. Este es el propósito prioritario e inclusivo de Dios para cada ser humano. Nuestra función impuesta en la convocatoria de Dios es reflejar los valores verdaderos en nuestra conducta delante de Dios y frente al prójimo.

En el capítulo 6 de la carta a los Efesios, Pablo concluye afirmando lo que Dios espera de nosotros, los participantes de su sobreabundante gracia, la Iglesia. Los que hemos sido sellados por el amor redentor de Dios en Cristo. Esto por medio de la investidura del Espíritu Santo. Dios espera que estemos y nos mantengamos firmes en la misión.  En unas circunstancias de batalla donde impera la injusticia y el dolor causado por corazones llenos de poder, pero vacíos de los valores de la verdad (amor, misericordia, compasión, etc).  El objetivo de la misión no se puede perder, de manera que seamos una estatua de museo con una bella armadura. La armadura no es el objetivo de la misión, es la bendición provista por Dios para la victoria. Mi responsabilidad en días malos es vivir ceñido con la verdad (Cristo), para dar frutos de justicia para la gloria de Dios. Esta misión se ejecuta con testimonio, manteniéndonos firmes.  Porque Jesús prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin.

Antonio Acevedo Rosado (Tony)