“Permaneced, pues, firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de justicia”. (Efesios 6: 14).
En estos momentos de tensión e incertidumbre que vivimos, en su mayoría, como consecuencia de la pandemia global que nos arropa, viene a mi mente la realidad de la palabra de Dios. Cómo, por medio de ella en otras circunstancias de mi vida he podido prevalecer. Aquí menciono varios de ellos.
Salmo 138:3: “El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma”.
Salmo 25:5: “Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y mi Salvador; en ti pongo mi esperanza todo el día”.
Salmo 28:7: “El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en el confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias”.
Salmo 85:4: “Restáuranos , oh Dios de nuestra salvación; haz cesar tu ira contra nosotros”.
Estos, y muchos otros versos en la palabra me sirvieron de aliciente, refugio y esperanza en momentos difíciles junto a mi familia , en su mayoría por problemas de salud.
Sin embargo, en la actualidad, con todo lo relacionado al Covid-19, la Biblia en Efesios 6, nos insta a vestirnos de toda la armadura de Dios. El verso 14 a dice, “Permaneced, pues, firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de justicia”. Esta armadura nos la coloca Dios cuando vivimos y permanecemos en Él.
El permanecer firmes nos requiere que actuemos conforme a la verdad y la justicia. Ambas son atributos (entre muchos otros); que definen a mi Dios, a mi Redentor y Salvador. Mejor definición de la verdad y la justicia la encontramos en los siguientes Salmos:
Salmo 85.10-13: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron. La verdad brotará desde la tierra, y la justicia mirará desde los cielos. Así mismo, Jehovah dará el bien, y nuestra Tierra dará su fruto. La justicia irá delante de él y hará de sus pasos un camino”.
Salmo 89:14-17: “La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono; la misericordia y la verdad van delante de tu rostro. ¡Bienaventurado el pueblo que conoce el grito de júbilo! Andarán a la luz de tu rostro, oh Jehovah. En tu nombre se alegrarán todo el día, y en tu justicia serán enaltecidos. Porque tú eres la gloria de su poder, y por tu buena voluntad exaltarás nuestro poderío”.
Como exhortación final les invito a, “Acercarnos, pues, con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro“. (Hebreos 4:16).
Edwin Rodríguez