Es casi imposible reflexionar en estos últimos ciento veinte días sin aludir a la pandemia y los grandes cambios que esta ha creado en todos nosotros. A medida que pasan los días hemos superado miedos, ansiedad y a veces hasta incredulidad, pero, y ¿qué pasa con la FE que profesamos?
Con la FE sabemos que no necesitamos otra protección que no sea la de DIOS y, con FE aclaramos todas nuestras dudas. La FE es esperar aún y ver lo que Dios hará; es gozo y paz al creer. La FE es nuestro escudo para combatir toda duda, toda incredulidad y nos lleva a dejar a Dios que realice sus propósitos.
Sin embargo, el ser humano tiene fragilidad y cuando eso ocurre, debemos ejercitar nuestra firmeza en una FE que nos sostiene y que es nuestra mayor fortaleza. La FE nos confirma el perdón y la gracia de Dios sobreabundantemente. Nos confirma que Jesucristo es el único mediador y que Dios nos envió a su Hijo para salvación. La salvación es gratuita. Es por FE y no por obras que la alcanzamos. La alcanzamos no solo para el futuro, sino aquí en la tierra y AHORA. ¿Por qué esperar para vivir y disfrutar del amor Supremo de Dios? Esperamos su misericordia. Tenemos la certeza de que Jesucristo llena todas nuestras necesidades espirituales.
Sin FE nadie puede agradar a Dios. Dios se complace cuando actuamos por FE. Es el Dios de la fidelidad eterna, en todo tiempo y en toda circunstancia. Veo la FE como una norma de conducta que trae gozo y paz.
Finalmente, el amor valida nuestra FE y nos trae salvación y vida. La FE y el AMOR juntos nos harán ver las pruebas de forma positiva; entendiendo que todo lo que recibimos del Señor, y su amor incondicional a través del sacrificio en la cruz, renueva nuestras mentes y nos hace cada día más fuertes y firmes.
Dios nos bendice abundantemente.
Anita Romero Vda. Ronda