“Y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu y velando en ello con toda perseverancia por todos los santos”. La base bíblica para esta reflexión se encuentra en el libro de Efesios, los versos 17b y 18.
El apóstol Pablo, quien es el autor de este pasaje, sabe, por experiencia propia, que el que desee llevar esta palabra, tiene que conocerla. Así podrá llevarla con autoridad y pasión, de manera que muchos conozcan a Jesús como su Salvador y Señor.
Si alguien puede enseñarnos la necesidad de orar en todo tiempo, es el Señor Jesucristo. Muchas veces, en soledad con su Padre, iba a orar por nuestra salvación. En el pasaje de esta reflexión, se insiste en la necesidad de orar en todo tiempo. En otro pasaje, nos llama a orar sin cesar. ¿Por qué? Porque nuestro enemigo hará todo lo indecible para evitar que oremos. Él desea que nos desanimemos y descuidemos una salvación tan grande.
¿Cómo vemos la iglesia en estos momentos? La iglesia, que somos tú y yo y todos los fieles y verdaderos siervos/as del Señor, nos mantenemos orando y gimiendo en su presencia de día y noche. Esta vez, hacemos guerra espiritual por nuestros hermanos/as débiles en la fe que han sido sacudidos por la pandemia llamada coronavirus. Enfermedad que ha sacudido al universo entero y trastoca los planes de todas las naciones del mundo.
¿Cómo ha seguido ministrando la iglesia? Usando nuevas estrategias virtuales. Dios, que tiene todo en control, aunque parezca que no, está usando estos instrumentos para alcanzar con el evangelio de salvación al mundo entero. ¡Gloria a su nombre! Este es el momento de la iglesia verdadera. Debe ser prioridad atender a ese pueblo y conducirlo con amor y ternura a encontrar la paz, el amor y el perdón en Jesucristo el Señor.
Y mientras el pastor y sus ayudadores llevan a cabo estos cultos etc., debe haber un ejército intercesor que levante sus brazos, para que sus fuerzas sean renovadas. Es fuerte ese trabajo. Debe ser un trabajo en equipo. Yo quiero ser parte de ese equipo.
Testifico sobre otro grupo que necesitó la ayuda de la intercesión en el Espíritu, de un ejército de intercesores en un momento difícil de sus vidas. Fue precioso ver un grupo de jóvenes de rodillas en el altar de día y de noche, con verdadera humillación, en la presencia del Señor. Otro grupo los acompañó todo el tiempo. En su momento, Dios obró. Hoy, son pastores, pastoras, misioneros/as conocidos, algunos jubilados, pero todos tienen la misma pasión por la salvación de las almas. Ese mismo grupo y otros siervos del Señor construyeron el edificio de la Iglesia Metropolitana. Yo, Fita Huertas, soy parte de ellos. Es maravilloso el resultado obtenido.
Finalizo esta reflexión reiterando la importancia de orar en todo tiempo, tomando el yelmo de la salvación y la palabra de Dios con toda oración y súplica en el Espíritu que es lo que nos lleva a la victoria. Al Trino Dios, damos toda gloria, honor y honra con gozo en nuestros corazones. ¡Bendiciones!
Fita Huertas