Anthony Vives de León [Historias de la Cruz]

Mi nombre es Anthony Vives de León y como no puedo dedicarme a ser Capitán América, trabajo como psicólogo clínico en el área escolar y privada. Para los que no me conocen… ¡Un placer!

Desde pequeño fui criado en un hogar cristiano. Todavía tengo mi “Biblia de los Pequeñitos” que mi mamá me compró para leer las historias de la Biblia. En alguna caja tengo el CD de “Los Peregrinitos” que escuché hasta el cansancio. También estudié en una escuela cristiana, así que se puede decir que estaba rodeado del evangelio en todo momento. A pesar de esto, en algún punto yo tenía que decidir por mi cuenta si deseaba continuar el camino a Cristo. A los 13 o 14 años más o menos, fue que decidí que quería seguir a Cristo.

Uno de mis pasajes favoritos es Habacuc 3: 17-19. Creo que todos tenemos espacios en la vida en donde los viñedos se desbordan de fruto y temporadas en donde el viñedo no sirve ni para producir pasitas. En ambas temporadas, he visto a Dios. Antes del huracán María, tuve una oportunidad de trabajo que pensaba que sería la mejor para mi carrera. Detallé planes en mi mente y ya imaginaba los primeros años de mi carrera en ese trabajo. Cuento largo corto, María se llevó esa oportunidad con el viento. Conseguí otro empleo temporero al mes de terminar ese trabajo. Era un empleo que, según me indicaron, se extendería hasta marzo de 2018. En diciembre, recibo otra llamada en donde me ofrecen otro empleo, también temporero y relacionado a mi disciplina. Agradecí la oportunidad, pero lo rechacé ya que me convenía más el que tenía al momento. A los dos días de esa llamada me indican que mi empleo está por terminar ya que se había cumplido la meta de la organización antes de tiempo. Otro empleo perdido y una oportunidad rechazada. Ese era el panorama que tenía de frente.

Dios veía más allá. Él veía el viñedo repleto, pero en mi visión finita, yo veía dos o tres pasitas. Fueron meses de gran frustración. Al momento que escribo esto, sigo reflexionando y agradeciendo a Dios que perdí esos trabajos. El Señor proveyó dos trabajos en el 2018 y desde entonces me ha ayudado a cumplir sueños por los cuales oraba al inicio de mis estudios. ¡Dios ha sido bueno!

“Aunque la higuera no florezca, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el SEÑOR, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El SEÑOR omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas” (Habacuc 3:17-19).