Roberto Hernández [Historias de la Cruz]

Mi nombre es Roberto N. Hernández. Soy retirado de la Administración Federal de Aviación desde el 31 de diciembre de 2018. Aunque conocí al Señor hace tiempo, he estado combatiendo mi condición de Parkinson por más de 11 años. Ya mi mente no es tan ágil como era hace diez años. Es en parte, por la condición y por la cantidad de medicinas que tomo. Cada vez se me hace más difícil recordar y concentrarme en ciertas cosas.

A principios de 2018 tuve la oportunidad de ser candidato para un proceso nuevo para el Parkinson. El 28 de agosto de 2018, comenzó bien temprano para mí. Desperté antes de las 4:00 a.m., ya que ese día me hacían una operación del cerebro. Es parte del proceso de DBS, DEEP BRAIN STIMULATION. Esto es un tratamiento relativamente nuevo para tratar los síntomas de la condición de Parkinson. Esta operación consiste en implantar 2 electrodos dentro del cerebro, lo cual se trabaja mientras uno esta despierto.

A pesar de que había visto la operación como 20 veces en “You Tube”, cuando llegué al hospital comencé a sentirme ansioso. Lo primero que me hicieron fue ponerme una especie de armazón de metal alrededor de la cabeza. Este estaba fijado a su sitio por cuatro tornillos que iban fijados

fuertemente al cráneo. Yo no soy claustrofóbico, pero después de un rato con esta caja puesta comencé a sentir cómo la ansiedad subía dentro de mí. Nunca en mi vida la había sentido tanto.

De momento, la enfermera que me está monitoreando me dice que tenía que salir un momento pero que volvía rápido. Cuando por primera vez ese día me encuentro solo, comencé a orar. Mi oración fue algo así: “Señor, sabes que estoy muy ansioso y eso no me va a ayudar durante la operación. Te pido Señor, que cojas esta ansiedad que tengo y te la lleves de mí”. Completé la oración e inmediatamente sentí una PAZ extraordinaria, que sobrepasaba todo entendimiento. Aunque mi ansiedad se fue poco a poco, la paz que me dio el Señor llenó todo mi espíritu de momento.

Tanto es así que cuando volvió la enfermera, me pregunta si estaba bien. Yo, sonriendo, le dije que sí. Dios había cogido el miedo mío y lo arrancó de mi ser. Lo tiró lejos de mí.

En este episodio vi cómo el Señor me dio una muestra de Su amor. Ahora uso menos medicamentos y eso hace que mi mente este más clara por lo que me ayuda al leer la Biblia. Y como dice Isaías 26:3: “Tú guardaras en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera; porque en Ti ha confiado”. Gracias a Dios estuve tranquilo el resto del día porque la PAZ del

Señor fue MAYOR a mi ansiedad y por eso le doy la gloria y el honor a Él.

¡Gracias Señor!