Día de los Padres

Padres de hierro

Una de las cosas que he estado haciendo en las pasadas semanas es levantarme bien temprano a caminar por eso de estar en forma y de una vez ejercitarme. Camino cerca de la playa mientras escucho varios podcasts y trato de ponerme en sintonía en oración y aspectos para trabajar en la iglesia. Allí suelo contemplar el mar, mientras piso el pavimento y jadeo por el cansancio de el trayecto que recorro. Al salir, si es fin de semana, me encuentro con decenas de ciclistas que hacen sus rutinas en la zona. Al sumar lo que hago y lo que veo que ellos hacen, pienso en los triatletas que entrenan para esas carreras. Me refiero a los famosos “iron man contests” que constan de nado, corrido y ciclismo. Por lo general, estas competencias requieren 2.4 millas en nado, 112 millas en bicicleta y otras 26 millas en carrera maratónica.De nada mas pensarlo me agoto por todo lo que implica la resistencia y la disciplina de cada una de esas cosas. No me imagino ni haciendo una tercera parte de todo eso.

Ser ironman, u hombre de hierro, significa que debemos perseverar ante cualquier reto o desafío que se apodere de nuestro camino. Hoy celebramos el Día de los padres y como muchos sabemos, los padres para cada uno de nosotros son muy significativos, pero muchos tienden a estar ausentes de la vida de sus hijos por que tal vez es muy difícil aguantar el empuje que eso implica. La paternidad, pudiéramos decir que es como aquella carrera que requiere saber manejar  diversos tipos de disciplinas donde el significado del atleta no es tanto donde terminamos, sino mas bien que completemos el trabajo que hemos comenzado.

Muchos padres tienden a estar ausentes de la vida de sus hijos por estar presentes en asuntos que a fin de cuentas provocan ausencia de asuntos medulares. Ser padre, requiere presencia completa. Algunos expertos de la conducta, le han llamado a eso el “fatherlessness” de los hogares de este tiempo. En la Escritura vemos la figura de Dios como un padre que procura el corazón de sus hijos hacia Él. No es una paternidad enfocada en la fuerza. Es una ubicada en el sentido mas profundo del amor y cariño por el corazón.

El llamado de Dios a nuestro corazón no endurecerlo como el hierro. Es una convocatoria para que tengamos un corazón resistente ante los retos de este tiempo con nuestros hijos. Hoy no se trata de todo lo que alcancemos, sino de cuanto estemos en la vida de los hijos. Si en el recorrido nos hemos fatigado, hoy podemos beber de la fuente de agua viva que nos da vida para continuar. Nunca es tarde para ser padres de hierro. Siempre es tarde para cuando nos rendimos. Así lo dijo Pablo: “no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14,NVI).

Seamos padres resistentes. Seamos padres presentes. Seamos padres perseverantes que vivan alcanzando lo que Dios nos ha prometido. Seamos padres de hierro.

Bendiciones,

Rev. Eliezer Ronda Pagán

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