Mientras subía el Yunque o Yunqué como Diego nos enseñó hace un tiempo, sentía una gran emoción de poder ver lo que tanto me habían descrito. -Una de las vistas más hermosas que tiene nuestra isla. Yo soy fan de las vistas. Desde el balcón de la casa de mis padres, se puede ver a lo lejos el pueblo de Morovis, la costa de Manatí y Barceloneta. Cruceros a lo lejos. Y hacia el lado izquierdo las montañas de Orocovis que por donde se cuelan sábanas de neblinas. Estás vistas, eran mi deleite diario. Así que cada vez que me invitan a ver algo asombroso me apunto.
Ya pasada una hora de ir subiendo me empecé a sentir fatigado porque estaba fuera de condición física. Me dio una clase e' punzá en el costado derecho, que me detuve, baje la velocidad, pero no me iba a rendir. Estaba a mitad de camino. Nada más me faltaba 1 hora más de subir, de punzás, y las batatas quemás.
Muchas de las cosas que queremos ver solo se ven cuando se llega a la cima de la montaña. Luego del esfuerzo y el cansancio. Luego del esmero y la perseverancia. Muchos creyentes están esperando ver al pie de la montaña lo que solo se ve desde la cima. Usualmente nos cansamos de nada más mirarla. Otros nos quitamos a mitad de camino porque el dolor es muy fuerte y no nos sentimos capaces. Otros logran ver lo que tanto le prometieron.
El pueblo de Israel tardó 40 años en ver algo que le pudo tomar 11 días. La razón por la cual tardarán mucho más de lo necesario es porque sus oídos no estaban atentos a la voz del Guía. Fijando nuestros sentidos en Dios podremos subir muchas montañas y ver lo que tanto anhelamos.
No quiero que nos quedemos al pie de los desafíos montañosos. Quiero que tengamos la valentía y confianza de que sí Dios nos guía y motiva en el trayecto, llegaremos.
Recuerdo claramente la voz de mi pana diciéndome: -falta menos. -No te rajes mano. Vale la pena el esfuerzo. Lo que veras será asombroso. Y precisamente: me alegra tanto haber visto lo que tanto me habían descrito. Y era más asombroso aún.
Hay vistas que no hemos contemplado. Hay escenarios que no hemos experimentado como Iglesia. La voz de nuestro Guía nos dice: no se rindan, no se quiten, lo que verán será asombroso.
Bendiciones,
Christopher Villafañe