Durante esta semana hemos estado discutiendo y reflexionando sobre Jesús. Nos referimos a Él como “La Puerta”. He tenido la oportunidad de compartir en los grupos pequeños de esta serie con mujeres extraordinarias llenas de conocimiento, experiencias de vida y sobre todo, mucha sabiduría. Me he dedicado a escuchar el diálogo y a hacer introspección.
Existen puertas con distintos tipos de cerraduras. Interesantemente, esta semana aprendí lo que es una puerta con “tranca”, y lo difícil que es intentar abrirla sin el acceso adecuado. Andamos por la vida tratando de abrir puertas que nos llevan a lugares lejanos de la voluntad de Dios. Muchas veces intentamos abrir puertas forzadas que no convienen, no contienen la bendición de Dios y simplemente son caprichos a los cuales, como seres humanos, nos aferramos. Dios se nos presenta como “La Puerta”, o como quisiera enfatizarles… LA PUERTA, en mayúscula y con exclamación dramática, para presentarnos un camino directo al Padre, que nos lleva a la vida eterna. En Juan 14:6, Jesús dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”. Si Él no es LA PUERTA, no hay ninguna entrada a la presencia de Dios. Jesús es el único camino de entrada a la salvación.
Contrario a lo acostumbrado, LA PUERTA no tiene “tranca”, sino que está accesible para todo aquel que acepte a Jesús como su Señor y Salvador. LA PUERTA nos recibe con una sonrisa, brazos abiertos, y la promesa de darnos bendición tras bendición. Solo resta dar el paso, soltar el control y confiar plenamente en los planes de Dios para nuestra vida.
Accede a la Puerta que siempre estará abierta para ti. Juan 10:9 – “Yo soy la puerta: el que por mí entre será salvo; entrará y saldrá, y hallará pastos”.
Cristina Cardona De Jesús