“Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo los haré descansar.  Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mateo 11:28)

Al leer esta invitación de Jesús, siento su amor por mí y por todos, llamándonos a recibir su descanso.  Recibo descanso cuando respondo a su invitación deteniéndome a estar a solas con Jesús.  Pero luego, regreso a la tiranía de lo que me parece urgente.  Vuelvo a añadirme carga, yo sola, olvidándome de compartirla con Jesús, continuando un camino escogido por mis decisiones.  Solo para volver a necesitar otro respiro saludable con Él y recibir su descanso.

Venid a mí”.  Jesús nos invita a solas con Él.  Un llamado de amor, para aceptar Su respiro.

Yo os haré descansar”.  Descanso y respiro, es precisamente lo que carecemos, en tiempos de constante actividad, de agendas cargadas, que llevan al cansancio.  Nos rodea abundancia de distracciones que nos desenfocan del importante tiempo con Dios.

Siempre recordaré a mi tía Ana, quién viviendo entre mucha actividad diaria con nosotros, una familia de 6 personas, siempre separó diariamente el tiempo a solas con Dios en su sillón.

Hace más de 40 días la población de nuestro planeta Tierra se ha detenido forzosamente a causa de un “virus” que nos ha atacado.  Forzados a encerrarnos en nuestra casa, perdimos la libertad de entrar y salir según nuestra voluntad.  Libertad que creímos nunca perderíamos.  Algo diminuto e invisible ha interrumpido y dominado nuestros días.

Aun hoy, la invitación de Jesús sigue vigente.  “Venid a mí, yo os haré descansar.”

Llevad mi yugo sobre vosotros.”  Junto con este forzado … ¡detente!... Se le añaden cargas que pudiéramos creer que llevamos solos.  Para algunos, el empleo se detuvo o sus negocios no podrán volver a abrir.  Algunas personas han perdido a un ser querido, otros están sufriendo la grave enfermedad, solos, sin sus familiares, y otros pasarán hambre.   ¡Muchas lágrimas!  Las cargas y lágrimas no han sido removidas de nuestras vidas, pues Cristo dejó saber que “en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”, Juan 16:3.  Aceptamos esa realidad, con fe, esperanza y respiro en Jesús, quien prometió acompañarnos en nuestras cargas.  Jesús nos ofrece su yugo, “Llevad mi yugo… porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.   Un “yugo” es una pieza que se lleva entre dos que caminan juntos por un único camino, pues el yugo no permite caminos divergentes.  De seguro que el camino que Jesús escoge para mí no será igual al que nosotros escogeríamos, pero será el correcto; el que nos llevará a descanso, alivio y respiro.

Aprended de mi”. Jesús ofrece enseñarnos en ese camino, aun con la carga al hombro.  Corregirá nuestra actitud para que sea de humildad y mansedumbre, la cual nos hace falta aprender y aplicar.

Hallaréis descanso”.  Nos asegura el descanso deseado.  ¡Como desaprovechar tal oferta!

Resistimos venir a Jesús debido a nuestra independencia.  No recibiremos alivio de Él al permanecer alejados.  Este ¡detente! es forzado, tal vez difícil, pero es una oportunidad de aprender a consultar la dirección del Creador.  Probemos y aprovechemos su invitación de amor, separemos ese tiempo y que no se nos escape el momento.  ¡Jesús es tan fiel!  Veremos Su bendición.  Yo la he vivido cuando busco su dirección. Nuestro planeta Tierra también disfruta un “respiro” porque sus habitantes detuvimos nuestra actividad.

Oremos para disponernos a escuchar la voz apacible de Dios, dándonos dirección con su amor, su paz, y sabiduría y así caminar la ruta correcta que Él tiene para ti y para mí.

Zydnia Colón