Les confieso que en los momentos que comenzó la pandemia del COVID-19 sentía que el mundo se detenía de sus afanes y comercio usual. Me sentí abrumada por la situación a mi alrededor y las noticias en los medios no eran nada alentadoras. Para poder entender lo que estaba sucediendo mi esposo y yo comenzamos a ver documentales relacionados a la pasada pandemia de La influenza española de 1918 (The Spanish Flu (1918), American Experience) y el origen del COVID-19 (Coronavirus Pandemic (2020), Frontline). Hubo tres aspectos que encontré repetidos en ambos periodos:
1. El uso de pañuelos o mascarillas para cubrirse la boca por parte de la población en general.
2. Algunos ciudadanos cristianos y no cristianos trataron de desafiar los consejos de los gobiernos locales y las restricciones que impusieron.
3. Hubo mucho miedo de contraer la enfermedad y morir.
Cuando el mundo se detiene por circunstancias parecidas, el ser humano no le queda más opción que mirar a Dios. Todo lo demás pasa a un plano secundario. Esta situación me hizo meditar en el Evangelio de Marcos, capítulo 4, versos del 37 al 38 que dice: “Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? y él estaba en la popa durmiendo sobre el cabezal y le despertaron y le dijeron: Maestro ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza”. Marcos 4:37-39 (RVR,1960).
Los discípulos estaban siendo azotados por una tempestad y nosotros, por una pandemia. Los discípulos tuvieron miedo y despertaron a Jesús para que hiciera algo. En medio de las nuestras ansiedades diarias, temores, desesperación económica y quizás desempleo, Jesús sigue estando en nuestra barca, sosteniéndonos y proveyendo en medio de nuestra desesperación para darnos sosiego. Él esta despierto en nuestra barca y sigue cubriendo nuestras necesidades emocionales y físicas.
Dios tiene cuidado de su creación durante los eventos mayores y menores de la historia humana. Él desea que depositemos nuestra confianza en Él. Nuestras oraciones e intercesiones por los más necesitados en este momento son escuchadas por Él y su mover en estos tiempos será testificado por muchos avivando cada día más la llama del Espíritu Santo en la Iglesia. Saldremos más fortalecidos, y con nuestra fe en práctica. Escucharemos la maravillas y prodigios realizados por Él en su santo y bendito nombre.
Norma Ayala