“El Señor va delante de ti. Él estará contigo, y no te dejará ni te desamparará. No temas ni te intimides” (Deuteronomio 31:8).
Las últimas semanas han sido un reto para todos. Desde que comenzó la expansión del coronavirus no importa a dónde miremos o qué escuchemos, siempre hay algo que nos recuerda que las cosas no son como antes: hay un nuevo virus que nos amenaza. Esta nueva realidad puede causarnos ansiedad llenándonos de miedo.
Para eso, tenemos el mejor remedio: confiar en Dios. Confíe en Dios como un ser dispuesto a ayudar, proteger, facilitar y alentar a quienes lo buscan; es el primer paso para beneficiarse de la espiritualidad. Esta convicción produce una relación con Él, que inspira paz interior. Es la misma sensación de un niño pequeño que va de la mano con su padre por un camino rocoso: no tiene miedo porque se siente seguro en una mano fuerte. Del mismo modo, en el camino de la vida, la persona que confía en Dios sabe que existen riesgos de todo tipo, pero su fe en el Creador le hace ver el futuro con serenidad, porque tiene la certeza de que su Padre celestial la protegerá.
En tiempos de incertidumbre como los que vivimos, necesitamos recordar que nuestro Dios está siempre con nosotros y que Él tiene el control de todo. Elevemos nuestros ojos al Señor y esperemos en él (Salmo 123:1-2). Servimos al Dios todopoderoso en quien podemos confiar. Él obrará aun en medio de las circunstancias más difíciles, no lo dudemos.
Busquemos en la palabra del Señor aquellos versos que nos ayuden a superar la ansiedad. Les adjunto algunos: “Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas” (Josué 1:9).
“Cuando me vi abrumado por la angustia, tú me brindaste consuelo y alegría” (Salmo 94:19).
“No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha” (Isaías 41:10).
“No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
“No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?” (S. Mateo 6:25, 26).
¡Aprovechemos este tiempo para refugiarnos en nuestro Dios todopoderoso y así fortalecer nuestra fe!
Armando Rivero Cruz