“No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas” (Mateo 6:34) (DHH)
En nuestro grupo pequeño tuvimos un ejercicio de cinco preguntas sobre cómo nos sentíamos. Entre estas, una fue ¿qué es lo que te preocupa? La mayoría escogió esa pregunta. Comente sobre la preocupación que tenía por mis familiares que viven en Nueva York y la Florida, y la propagación exponencial del COVID-19 en estos estados.
En particular me preocupe por mi papá que estuvo hospitalizado en dos ocasiones por sus condiciones de salud. Me pude tranquilizar después de mucha oración y comunicación con su esposa. Me dijo que le habían hecho la prueba de COVID y salió negativa. Después de una semana, ya estaba en su casa comiendo y contento.
La preocupación suele asociarse con la angustia, la ansiedad o desasosiego que se produce por algún motivo. Hay muchas preocupaciones legítimas como:
1) La salud física o mental
2) La falta de empleo
3) El año escolar de los niños
4) Fin de la pandemia
5) Fin del toque de queda
6) Las personas de edad mayor
7) La reapertura de los negocios
La lista es interminable y nos puede agobiar. Si le entregamos estas listas al Señor, veremos que no se irán mágicamente. Pero, podemos seguir hacia adelante sin nuestras cargas, con esperanza y seguros de que Dios nos escucha y está trabajando en el asunto (ver Mat 11:29).
Él nos instruye en su palabra en 1 Pedro 5:7 “Dejen todas sus preocupaciones a Dios porque él se interesa por ustedes”.
Como nuestro Padre, Él siempre tiene cuidado de nosotros, y como sus hijos debemos confiar en Él.
Zoraida Mercado