En esta carta el apóstol Pablo nos enseña que encontró protección y fortaleza en el conocimiento de lo que significaba el evangelio de Dios para él y para los que compartían las buenas noticias. Su paso era firme y estaba dispuesto a llevar el evangelio a donde fuera que Dios lo enviara. Esto se refiere al calzado que se colocaban los soldados para tener estabilidad y firmeza en las batallas y los caminos.
En estos tiempos, todos los días nos debemos calzar con el evangelio de paz, como hijos de Dios. Sabemos que con Cristo tenemos certeza, firmeza y paz. Nos enseña que aunque estemos en momentos difíciles, el evangelio nos da estabilidad a nuestro carácter. Cuando recibimos la Buena Noticia del evangelio, gozamos de sus beneficios. Porque Él nos tiene guardados en sus manos.
Como pueblo de Dios, debemos siempre tener disposición y preparación para la acción. Nosotros debemos llevar las Buenas Nuevas en todo momento tal y como utilizamos el calzado a diario. Llevamos este evangelio de paz a través de la compasión y el amor de Jesús. Alcanzar y llevar la palabra a los que no conocen a Jesús. Mostrarles cómo Dios puede darnos un mejor calzado sin importar la situación que estamos pasando. El anuncio del sacrificio que hizo Jesús en la cruz por amor a nosotros es el evangelio de paz que le debemos dar a los demás; esperanza, fe, y cómo Dios transforma cualquier situación que estemos pasando. Cuando tenemos a Dios en nuestra vida, debemos emanar una fragancia alegre a pesar de las circunstancias.
La manera en que vivimos como hijos de Dios debe ser siempre con amor y con justicia. Debemos vivir siempre con integridad y verdad para poder llevar palabra de paz a todo el mundo. Debemos ser siempre luz en medio de cualquier situación. Debemos llevar la paz aun cuando no estemos de acuerdo con algunas situaciones. Pero con el calzado del evangelio somos compasivos como lo fue Jesús con otros.
Todos somos portadores de este calzado. Debemos compartirlo con otros más que nunca en estos tiempos. ¿Cómo podemos dar a otros? Ayudando al prójimo (al necesitado), como lo hizo el buen samaritano. Compartiendo con otros un mensaje de paz y esperanza. Dar amor. Y como dice en Mateo 22:39 “Ama a tu projimo como a ti mismo”. El evangelio es el corazón de Dios expresado en palabras.
Cristo nos cambia cuando colocamos la vista en Él por su sacrificio en la cruz. En su reconciliación nos da la paz. Somos embajadores de un mensaje de paz. Somos embajadores en nombre de Cristo. Debemos ayudar a otros a lograr la reconciliación a través del evangelio de paz.
Lo que más necesita el hombre es esta paz de Dios. Póngase todos los días el calzado y lleve el evangelio de la paz.
Filipenses 4:7 nos dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.
Yashira Rodríguez