“Aunque la higuera no eche brotes, ni haya fruto en las viñas; aunque falte el producto del olivo, y los campos no produzcan alimento; aunque falten las ovejas del aprisco, y no haya vacas en los establos, con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación. El Señor Dios es mi fortaleza; Él ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar” (Habacuc 3”17-19).
¿Cómo ha sido nuestra experiencia durante en este tiempo donde ha estado ocurriendo esta pandemia del coronavirus o Covid 19? Al principio, tengo que confesar, que no fue algo que me preocupara demasiado, no lo veía tan catastrófico y eso me extrañaba y molestaba, que pudiera ser tan inconsciente de lo que estaba ocurriendo.
Analicé mi reacción y pensé que, después de ver tantas cosas en la televisión, ya sean películas, documentales, noticias, incluso ver la guerra de Irak televisada; de repente era como si todo fuera otro programa más. Como si estuviera viendo algo de ciencia ficción; más cuando esto era algo nuevo. Era más parecido a la serie de los zombis que a otra realidad como podían ser los huracanes o terremotos que escuchamos más a menudo.
Es una lastima ver, como los medios de comunicación, pueden estar afectándonos más de lo que pensamos y no darnos cuenta. Es casi un acondicionamiento. Pienso en lo que la Biblia dice, de cómo en los postreros días el amor de muchos se apagará.
No fue sino hasta que escuche en las noticias, a un hombre hablando de cómo esta enfermedad le había quitado a su padre; un famoso presidente de uno de lo equipos de fútbol más importantes de España por 10 años de vida. Aunque era mayor, todavía estaba fuerte, con mucha vitalidad y mentalmente despierto. Y cómo había muerto solo, sin poder despedirse de él y sin poder hacer un funeral. Fue como si despertara y entonces empecé a ver a las miles de personas que estaban muriendo en España y en el resto de Europa.
Al orar por todo esto, confieso que no sabía exactamente cómo orar, ante estas cosas. Lo primero que a uno le viene a la mente es el tema de la segunda venida de Cristo. Pero en mi caso y por mi ministerio, me venían a la mente los millones que aún no conocen al Señor. Así que, en mi corazón el sentimiento es el de orar para ver si el Señor en su misericordia, le place detener su agenda por amor a los perdidos. Así que no podía orar; decía, “ven Señor Jesús, estoy listo”.
Por otro lado, al ver cómo la maldad del hombre aumenta cada día, cuánta corrupción, injusticia, violencia, mentira. Al ver cómo los hombres cambian la verdad de Dios por la mentira y cómo, cada vez más a lo malo se le llama bueno y a lo bueno malo. Pensé en el juicio de Dios y si esto era así, cómo podía orar, si hasta sentía que era justo que esto pasara ante tanta maldad.
No puedo hablar por Dios y realmente no lo quiero, él no lo necesita. Tampoco que le defienda, menos que lo justifique. Pero creo que la mayoría de las cosas que están pasando, son fruto de la maldad, las decisiones y acciones del hombre, como lo del llamado calentamiento global, es consecuencia de lo que el hombre ha estado haciendo; no un juicio de Dios.
En realidad, la verdadera pandemia que está azotando a la humanidad y de la que esto es tan solo un colateral, es el pecado que enferma al hombre y para esto ya hay un remedio.
Puedo ver que todo está cambiando y que muchas cosas no serán igual en el futuro inmediato. Especialmente veo una iglesia viviendo una experiencia que me hace repensar. Tenemos que entender bíblicamente lo que es la iglesia y cuál fue y es la intención del Señor al edificar la iglesia. ¿Cuál es esa iglesia que quiere levantar? ¿Cómo será su acercamiento a la sociedad y comunidad en que está? ¿Cómo va a encarnar el amor de Dios y ser relevante?
No sé que va a pasar, pero pienso en Habacuc 3.
David de la Rosa