“Señor mi vida entera está en tus manos”. Salmo 31:15.
¿Qué me ha enseñado este tiempo de pandemia y que ha sacado de mí?
No les niego que me preocupe muchísimo cuando al comienzo declararon la pandemia.
Mi esposo trabaja en el área de mantenimiento de un hospital y tenía que entrar a los cuartos de los pacientes con coronavirus. Era todo un proceso de indumentaria y cuidados preventivos. Cuando regresaba a casa teníamos que desinfectar todo antes de entrar. Esto se convirtió en una costumbre.
Pensé que si me contagiaba estaría preparada para morir en caso de que así fuese; o el estar sola en un hospital recluída si fuese mi caso. Pero mi respuesta fue: “Señor mi vida entera está en tus manos”. Salmo 31:15.
Comencé en una búsqueda profunda, donde pudiera examinar mi vida a través de la cuarentena. Descubrí que hay piedras o diamantes que por fuera son ásperos e insignificantes, pero por dentro brillan. Que no podemos esconder quiénes somos ante Dios y que necesitamos una transformación de adentro hacia fuera y que este sería un buen tiempo para permitir sacar a la luz lo que está escondido, donde los temores y las inseguridades podrían estar dominando. Desde mi interior me decía “brilla a través de los procesos”.
Estamos en tiempos de transiciones de perder y ganar y de dejar de ser, porque es tiempo de reflexión. Descubrí que había cosas de mí que tenía que sacar y aprendí a ver más de cerca lo que estorbaba el crecimiento. De afirmar día a día en todo este encierro que Él es la plenitud de mi vida. Que Él es mi única seguridad y que muchas veces traté de interponer mi voluntad caprichosa contra su voluntad. Ahora más que nunca debo mantenerme FIRME.
Al sacarme de las actividades y de aquellas cosas que consideraba importantes, pude vaciarme de mí y llenarme más de su palabra, entendiendo que, definitivamente debo depender totalmente de Él. Vi en este encierro que crecen y mueren muchas cosas pero que nacen otras mucho mejores. Que la fe está llena de desafíos, dificultades y pruebas. Que en cada transición hay que identificar qué perdimos, pero qué hemos ganado. Cada pérdida vivida viene acompañada de una gran enseñanza. Hay grandes momentos de victoria, donde también renació la integridad en mí, el perdón y la perseverancia. Que Dios sacó a la luz lo que estaba escondido y que a raíz de su palabra y con la guía del Espíritu Santo, descubrí áreas ásperas apagadas en mí, que ahora brillan. Aprender que hoy, más que nunca, es tiempo de vivir en paz y tranquilidad. Que debo mantenerme cada día más firme en el Señor, confiada de que ya Él tiene mis días contados y diseñados dentro de su plan. Vivo agradecida, porque este tiempo ha sido necesario para mi vida.
Anabelle Lugo