Hay combinaciones de palabras que parecen ser inseparables. Por ejemplo: Noche y día, blanco y negro, lunes a viernes, y hasta números, como 24/7. Las palabras Fe y Salvación parecen tener esa misma afinidad. Lo cierto es que una es prerrequisito de la otra. Para obtener la salvación, es imperativo tener fe...pero, ¿fe en qué o en quién? La Biblia nos dice en Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Ni usted ni yo presenciamos la materialización de la entrega de parte de Dios de su único hijo. Esto sucedió mucho antes de nosotros haber nacido.
Para que puedas ver estas dos palabras en acción y en el orden que describo, te comparto lo que sucedió en mi vida hace ya unos 46 años. Un día, al escuchar que Jesús, el Hijo al que hace referencia este versículo, fue muerto por mis culpas, mis pecados, mis rebeliones y enemistad yo decidí creer de todo corazón que ese sacrificio lo hizo Dios por mí. No lo vi con mis propios ojos, no me hizo falta. Lo que describo cómo “yo decidí creer” no es otra cosa que la acción de depositar mi fe en aquel que tomó mi lugar en la cruz para brindarme el regalo de la salvación.
A pesar del pasar de los años y los cambios a través del tiempo, el orden de estas palabras no ha cambiado ni cambiará: primero accionamos la Fe y enseguida recibimos Salvación. La salvación, al igual que la fe, no las veo, pero estoy seguro de ellas.
Esa entrega por parte de Dios, de su Hijo, sigue vigente hoy... ¿será que hoy te ha llegado tu día de salvación?
Víctor Negrón Rosado