La oración y la palabra transformadora

Efesios 6:17b- 18: “Las disciplinas espirituales son importantes en el proceso de la transformación del ser humano. Nos toca hacer un acercamiento comprensivo como usar la escritura y la oración que nos permite enfocarnos en la lucha diaria”.

Cuando pienso en las  escrituras y la oración, pienso en el perdón, el acto de reflexión y el crecimiento personal. Para mí, la palabra es como una brújula que nos guía hacia los propósitos de Dios y al crecimiento individual. Mientras que la oración siempre ha sido la plática con Dios. Ahora que me hago más consciente de estos procesos; la combinación de ambas me lleva a que, a través de la oración, puedo tener una reflexión sobre mí y mi diario vivir bajo la palabra. Conversar con Dios sobre esto, con una mirada hacia el interior, es transformador y nos puede mover hacia la lucha diaria que es el cambio a ser mejores. Es el acto de reflexión en la palabra, mediante la oración, para pensar en qué puedo mejorar, para estar presente en mi comunidad, para depender de Dios, etc… No para provocar sentimientos de culpa o vergüenza, mas bien, para crear espacios de crecimiento, de ser más humanos, más sensibles al otro, más flexibles al entender y seguir transformándonos.

Sin embargo, pienso que esto no es un proceso fácil, además de ser disciplinados en ello. El ajetreo de la vida, los compromisos, los hijos, los estudios, nos cargan los días y pausar se torna difícil. En estos momentos, cuando hemos tenido que pausar obligatoriamente, puede ser que (como yo), nos hemos encontrado con Dios y con nosotros mismos. Nos hemos encontrado con la lucha de nuestras áreas a mejorar, con nuestras inseguridades, con nuestra vulnerabilidad y con la falta de control. Pero la oración y la palabra son los que dan las esperanza de quién soy, de ser fuertes en Él, del cuidado que Dios tiene con nosotros y del amor que sobrepasa todo entendimiento. Del acto de reflexión, para preguntar cuánto dependo de él y cuánto dependo de mí, para seguir transformando y para seguir enfocados en los propósitos de Dios. 

Marian Burgos Rosario