“YO SOY el pan de vida” Juan 6:35
Hubo un momento en mi vida, como le puede haber pasado a muchos, que caí en una depresión profunda. Eso tambaleó las bases y cimientos de mi vida. Tuve que detenerme para mirar mi interior y poder trabajar con aquello que me estaba haciendo daño. Fue un momento en donde Dios se me “apareció”, como a Moisés en la zarza ardiente, para que me detuviera a tener un reencuentro con Él; el Gran Yo Soy, mi Creador, mi Padre, mi sustento. Un reencuentro para que Él fuera el que trabajara en mi interior, para que Él fuera el que saciara y llenara esos espacios vacíos de dolor y de confusión. Para que Él fuera mi pan de vida.
Demás está decir que tuve que separar espacios de forma intencional para tener los encuentros con mi Señor. Sentarme en Su mesa, arrodillarme a Sus pies, descansar en Su regazo, dejarme abrazar por Él y permitirle secar mis lágrimas. Disfrutar que me mirara con ojos de amor y dejar que me fuera dirigiendo por el camino que Él quería que yo transitara junto a Él. A pesar de que yo conocía de Jesús y había comenzado una relación con Él hacía años, las situaciones de la vida y las prioridades equivocadas habían trastocado esa relación. Él quería nuevamente mostrarme Su provisión, Su cuidado, Su amor por mí, lo valiosa que yo era para Él y la relación que Él quería que tuviésemos.
Juan 6:32-35 (RVA) nos dice:
32 Por tanto Jesús les dijo (a los discípulos):
—De cierto, de cierto les digo que no les ha dado Moisés el pan del cielo sino mi Padre les da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron:
—Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les dijo:
—Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.
36 Pero les he dicho que me han visto, y no creen.
Así como los discípulos, podremos haber visto y escuchado pero, ¿habremos tenido una experiencia profunda con el que da la verdadera vida? ¿Nos hemos rendido ante el que realmente puede llenar nuestros espacios vacíos, sanar nuestro dolor, restaurar relaciones, perdonar nuestro errado proceder? O tal vez ¿habremos puesto las prioridades en el orden equivocado desviándonos del camino que nos da vida?
Nunca es demasiado tarde en la vida para caer a los pies de Jesús y pedirle que sea nuestro Señor, nuestro Rey, nuestro Pastor. Nunca es demasiado tarde para retomar la relación con Él, si ese es tu caso. Sus planes y propósitos son mejores que lo que nosotros podemos obtener por nuestras propias fuerzas. Te está llamando a rendirte para que Él sea tu alimento y darte vida verdadera. Pero eso requiere que te detengas y te sientes con Él en la mesa. Eso requiere que intencionalmente saques unos espacios para desarrollar esa relación. Eso podría requerir dejar algunas rutinas, actividades o relaciones que tienes en tu vida que no te hacen bien o no te están permitiendo acercarte más a Dios. ¿Estarás dispuesto? Yo lo hice, me dio trabajo, pero con la ayuda del Todopoderoso lo logré. Y lo sigo haciendo (con mis altas y mis bajas, como todo), ya que el establecer prioridades y el nutrir una relación requiere de un proceso y esfuerzo continuo.
Atrévete hoy a tener una nueva vida en Cristo y deja que Él sea quien verdaderamente te sacie, te provea y te cuide. Recuerda que Él estará contigo y te ayudará en el proceso.
Porciones de Hebreos 5 …porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré». 6 Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda; no temeré».
Bendiciones,
Michelle Cintrón Olivieri