La puerta de Jesús te ofrece la salvación

“Yo soy la puerta: el que por mí entre, se salvará. Será como una oveja que entra y sale y encuentra pastos” (Juan 10:9).

La puerta es lo que nos da acceso.  Nos permite entrar o salir de un lugar.  En esta parábola Jesús se describe ante los discípulos como la puerta.  Nosotros, su pueblo, somos sus ovejas y el redil era el cercado en el que los pastores guardaban sus ovejas. Estas confiaban en su pastor ya que son animales indefensos que estaban a merced de sus enemigos y adversarios.  Eran presas fáciles de otros animales.  Pero el pastor era el que las cuidaba.  Tenía la tarea difícil de hacerlas permanecer a salvo.  Jesús es el pastor y encargado de abrir y cerrar el redil (puerta) para que sus ovejas, que lo reconocen, entren o salgan por esa puerta. 

Me parece importante que lo más destacado de este verso es que dice que ÉL es la puerta. O sea, que las ovejas tienen que pasar a través de Él. En el mundo en que vivimos hay muchas cosas o personas que intentarán ser nuestra puerta y desplazar el lugar que solo le corresponde a Él. Jesús nos advierte en este pasaje que solo ÉL es la puerta. Cataloga los “otros” como ladrones o bandidos. Va más allá y nos alerta que esos “otros” vienen a robar, matar y destruir. Esos verbos o acciones no necesariamente son literales.  Pueden venir a ROBAR tu paz, tu libertad, tus sueños.  Vienen a MATAR tu honestidad en un mundo corrupto, tu fidelidad a Él y tu vida espiritual.  Finalmente, vienen a DESTRUIR tu relación e intimidad con Dios. Hay muchas cosas que ofrece el mundo que tienen ese potencial para nosotros como cristianos. La Palabra nos insta a no seguirlas al decir que “las ovejas no siguen al portero desconocido”, porque no le reconocen y no le hacen caso. Pero Jesús nos dice que si entramos por medio de Él y todo lo pasamos por SU puerta, siempre encontraremos pastos o el alimento que necesitamos para vivir. 

No podemos acomodarnos a lo que nos ofrece el mundo como bueno o aceptable porque nos convertiremos en fríos y estaremos cruzando “otras puertas” y no la de ÉL.  No podemos ser “cristianos transitorios” como nos predicaba el pastor hace unos domingos atrás. Debemos ser “cristianos permanentes”, con solo una puerta. Somo o no somos. Solo hay una puerta. Si no entramos por esa, somos ovejas perdidas y sin pastor. Jesús es la puerta…síguelo.

Carmen Iris Ortiz Rodríguez