30 —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. 31 Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, 33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin.34 —¿Cómo podrá suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?[c] 35 —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios. 36 También tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo. 37 Porque para Dios no hay nada imposible.38 —Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho (Lucas 1:30-38).
¿Qué esperas con ansias?
Zacarías y Elizabeth (que era considerada estéril), esperaban que Dios escuchara su oración y les concediera un hijo. El pueblo de Israel esperaba la venida de un salvador, un guerrero que los librara de las injusticias que habían estado viviendo por siglos.
¿Y tú, qué esperas?
El pueblo de Israel estaba ansioso por tener un líder que los dirigiera a nivel político y social. Pero me parece que se les había olvidado que en sus decisiones pasadas habían rechazado al líder por excelencia, al Gran Yo Soy, y habían preferido dejarse guiar por otro ser humano, por reyes, siguiendo las tradiciones de los demás pueblos.
A muchos, el esperar y centrase en lo equivocado, no les permitió ver la venida de su redentor, Jesús. Lo esperaban como realeza política y no como realeza celestial, moral y espiritual. ¿Y tú, qué esperas? ¿Qué has pedido en tus oraciones vez tras vez y al día de hoy todavía no has recibido respuesta? ¿Te has preguntado si estás esperando recibir aquello que realmente Dios quiere para ti?
En el verso 37 dice: “Porque para Dios no hay nada imposible”. Dios escuchó la oración de Zacarías y Elizabeth, y me atrevo a decir que antes de ellos estar orando ya estaba en el plan divino el que ellos fueran los padres de Juan el Bautista. Pero era en el tiempo de Dios. El clamor de Israel llegó a los oídos de Jehová, el cual se despojó a sí mismo y se hizo en forma de hombre para salvarlos y redimirlos de sus pecados. Otra obra divina del plan salvífico de nuestro Dios. ¡Cuán grande amor! Sin embargo, tuvieron que esperar al momento perfecto, al tiempo de Dios.
Amado y amada, no dudes, Dios ya te ha escuchado. Él tiene un plan perfecto para ti y tu respuesta llegará, a Su tiempo. Esperar en el plan de Dios siempre vale la pena. Su plan es mejor que el tuyo y el mío. Su voluntad es buena, agradable y perfecta. Él siempre tiene una gran noticia de amor para ti. Ten paz y confía.
Bendiciones,
Michelle Cintrón Olivieri