La Palabra de Dios es para todos

“Así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos” (Isaías 55:11).

El capítulo 55 profetisa sobre un “siervo sufriente” que iba a llevar luz a todas las naciones.  Algunos piensan que el siervo sufriente era Israel; otros, que se trata de un líder que sufre terriblemente.  Se refieren a Jesús.  Fue por la muerte de ese siervo que sufría, que hoy podemos disfrutar del perdón de nuestros pecados y de un cielo y tierra nuevos. Isaías nos presenta a Jesús como un libertador de la raza humana. 

La Palabra de Jesús siempre produce frutos.  Nos corresponde a nosotros estudiarla, escudriñarla, analizarla y aprenderla.  Pero para disfrutar de ese fruto tenemos que orar al Señor para que nos llene de su espíritu santo y nos prepare para descifrar lo que Él quiere para nosotros.  Así podremos discernir si realmente es Dios quien nos habla.

Dios nos manda a enseñar su Palabra a otros.  A dirigirnos con amor para que sirva de refrigerio a los corazones necesitados.  Nos llama al arrepentimiento y a confiar en Él por medio de la Biblia.  Su Palabra nos dice lo que está bien o mal.  Nos anima a dejar el egoísmo y las contiendas.  Él nos promete una vida plena, si le seguimos y cumplimos los preceptos según su voluntad.  Su Palabra es refrescante, nos perdona y restaura.  Esta retorna cuando vemos los resultados en aquellos a quienes discipulamos.  Es un ciclo donde enseñas a unos y estos la enseñan a otros.  No permitas que este ciclo se rompa.  Átalo con fuerzas para que nada ni nadie la detenga.

Oración: “Señor, tu Palabra es viva, nos anima, nos consuela y nos lleva a lugares seguros.  Te pedimos que nos des sabiduría para continuar obedeciendo tu mandato hasta los confines de la tierra”.  Amén.

Gloria Santiago