¡Qué maravillosa escena se vivió en la presentación de Jesús en el templo! Como primogénito, Jesús debía ser presentado en el templo conforme lo establecía la Ley. Simeón, al cual el Espíritu Santo le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías, dirigido por este, va al templo. Cuando vio a Jesús, “lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios diciendo: “Ahora Señor, despide a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos, luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel”. Unas de las expresiones bíblicas más conmovedoras de la fe extraordinaria de Simeón en Dios. Una fe enmarcada en una confianza plena y una muestra de agradecimiento de lo profundo del corazón (Lucas 2:22-35).
Esto debe hacernos reflexionar y plantearnos dos cosas: ¿dónde está depositada nuestra confianza y fe? ¿Soy capaz de reconocer la presencia de Dios en mi vida? Ciertamente, las circunstancias y los afanes de la vida nos pueden desenfocar de lo que resulta verdaderamente importante para nosotros. Inclinemos nuestros corazones para que de la misma forma que el Espíritu Santo guió a Simeón, nos guie también a nosotros hacia Jesús. En esta época de Adviento, de preparación espiritual, presentémonos delante del Señor con humildad y esperanza, con la seguridad de que sus promesas se encuentran arraigadas a su fidelidad y estas se cumplirán en su tiempo perfecto para cada uno de nosotros. ¡Llegó Jesús! La ESPERANZA de un pueblo abatido, ya está aquí. Es tiempo de ser estandartes en medio de nuestros hogares y en nuestra comunidad. Permitamos que su luz ilumine nuestras vidas, prepare nuestros corazones, nos inunde con su paz y traiga su hermosa salvación al centro de nuestras vidas.
Oremos: ¡Señor! Hoy me presento ante ti, te entrego mi vida y todo lo que soy. Ilumina mi vida, imprégnala con tu salvación, inunda mi alma de tu esperanza y permite que tu Espíritu Santo me guie en cada paso que doy. Recibo y confío en tus promesas para mi vida, descansando en tu soberana voluntad y fidelidad. ¡Amén!
Joel Manzano Mojica
Nancy Rodríguez Burgos