Esta época de Navidad nos hace reflexionar acerca de nuestra necesidad de un tiempo de paz, amor y esperanza. Ezequiel nos trae la ilustración del pueblo de Israel cautivo en medio un exilio. En momentos de desesperación del pueblo, Ezequiel trae un mensaje de esperanza. “Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor” (Ezequiel 34:23). Jesús vino a restaurar lo que estaba perdido. Él es el gran pastor que viene a reestablecer la relación del ser humano con Dios. Jesús vino a establecer un nuevo pacto con su pueblo. A hacer justicia al pueblo oprimido, en esclavitud y cautivo. Jesús vino como pastor a traer paz entre Dios y los hombres, a apacentar a su Pueblo. Él es el verdadero y único pastor.
Quizás en estos momentos te sientas como ese pueblo de Israel en medio de su exilio. Piensas que las circunstancias de tu alrededor están ajenas a los planes de Dios. No podemos olvidar que Jesús, ha tenido, tiene y tendrá todo el control y domino absoluto de las circunstancias de tu vida. Ezequiel nos recuerda que, en las peores circunstancias de nuestra vida, hay una luz de esperanza, paz y salvación para todos aquellos que encuentran refugio en Él. Mateo 9:36 dice: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. El anhelo que hay en cada uno de nuestros corazones será cumplido según sus propósitos en gloria. En este tiempo de adviento abre tu corazón para que su Gracia te cubra y puedas descansar en Él. No debemos olvidar que el buen pastor su vida da por sus ovejas. Jesús es el buen pastor, quien apacentará tu vida, guiará tus pasos y llenará de paz tu corazón.
Nancy C. Rodríguez Burgos