9 Después de escuchar al rey, los sabios salieron hacia Belén. Delante de ellos iba la misma estrella que habían visto en su país. Finalmente, la estrella se detuvo sobre la casa donde estaba el niño. 10 ¡Qué felices se pusieron los sabios al ver la estrella! 11 Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y se arrodillaron para adorarlo. Abrieron los cofres que llevaban y le regalaron al niño oro, incienso y mirra. 12 Dios les avisó a los sabios, en un sueño, que no volvieran al palacio de Herodes. Ellos, entonces, regresaron a su país por otro camino (Mateo 2:9-12 TLA).
Se dice que en Puerto Rico se celebran las ‘navidades más largas del mundo’. De momento tengo un conflicto en mi mente cuando reflexiono en que la tradición de Adviento está relacionado no con fiestas sino con espera. Cuando estás esperando algo no necesariamente estás celebrando, todo lo contrario te estás preparando con la expectativa de celebrar. Los sabios del oriente veían la estrella y la seguían. No llegaron según el relato de Mateo sincronizados con los pastores o con los animalitos del establo. Al parecer el camino se les hizo ‘eterno’. La estrella se convirtió en el GPS más largo de la historia pero ellos mantuvieron su ruta. A veces la espera nos lleva a un agotamiento extremo que podría convertirse en desánimo o para algunos en un aviso de detenerse en el camino y regresar. Podríamos pensar, ¿valdrá la pena?, ¿y si no llego?, ¿y si me pierdo?, ¿y si muero en el intento?… La celebración de la tradicional Navidad más larga del mundo en nuestra hermosa Isla nos debe ubicar en perspectiva en todo momento de que aún en la algarabía y las distracciones a nuestro alrededor, la larga espera que hemos tenido no deberían desvanecernos por el cansancio o el desánimo.
Tenemos todos los días la oportunidad de recorrer el camino y fijar nuestra mirada en Jesús, quien le da dirección y sentido a nuestra vida. Los magos llegaron al lugar correcto luego de varios años de espera, pudieron adorar con lo mejor que tenían y entregarlo todo. Celebremos hoy a Jesús y entrenémosle hoy nuestro corazón afligido.
Raquel López Oliver