“Toda palabra de Dios, ha pasado la prueba de fuego. Dios protege como escudo a los que buscan su protección". (Proverbios 30:5)
La Palabra del Señor ha pasado por el tiempo. Es digna de crédito, tiene vigencia, actualidad. Es real, es eterna como Dios mismo. Es acción en el tiempo. El tiempo y las épocas no han podido destruir la Palabra y su cumplimiento en la historia y en nuestras vidas. "Y aquel verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (vimos su gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y verdad." Juan 1:14. Su Palabra nos habla, nos dirige, nos muestra el camino a recorrer. Nos hace detener el paso cuando vamos tan de prisa que olvidamos la reflexión. La evaluación, nos confronta con nuestras actitudes y acciones. La Palabra de Dios nos enseña a actuar con sabiduría ante los retos de la vida, siempre que busquemos su dirección. En momentos de quebranto, ella nos fortalece, nos anima, cuando creemos desfallecer. Se hace viva para sanar nuestras heridas, trae fe, esperanza y nos llena de ilusiones para un mejor futuro.
Cuando la Palabra se hace realidad en nuestra vida, nace en nuestro corazón, en nuestro pensamiento y en nuestras acciones. Vemos cambios, transformaciones maravillosas, increíbles pero reales. No nos conformarnos con lo que Dios hizo en el pasado, si no con lo que hace en nuestro presente. Nos proyectarnos a un mejor futuro, su Palabra nos nutre y nos lleva a lugares espaciosos.
Es tiempo de vivir la palabra, de enseñarla, predicarla y atesorarla en nuestras mentes y corazones. Que en este tiempo de caos e incertidumbre, sepamos que hay un refugio, un lugar seguro, una garantía en la Palabra del Señor. Ya pasó la prueba de fuego, es eterna, es pura, limpia, transparente. Es la Palabra que da vida porque nos habla del autor de la vida. Jesús dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino es por Mí " (Juan14:6).
Oración:
“Amado Dios, gracias por tu palabra que aprendimos a valorar y disfrutar desde nuestra niñez. Gracias por tu palabra que nos habla diariamente de tu presencia y tu acción en la historia y en nuestras vidas. ¡Qué Tú siempre pongas el deseo de enseñarla otros, compartir lo que hemos recibido de ti! Tu Palabra siempre nos habla de tu amor. Amén.
Mirta Laureano