" Vengan, adoremos e inclinémonos.Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador, porque él es nuestro Dios. Somos el pueblo que él vigila, el rebaño a su cuidado. (Salmo 95: 6-7)".
El verdadero propósito de nuestra existencia es la adoración. Y si queremos adoptar ese propósito con precisión, debemos utilizar una definición precisa. Algunas personas creen que preparar una comida, limpiar el carro, ayudar a un vecino son todos actos de adoración. Y cuando esos actos son el resultado de nuestro amor por Dios y se realizan para demostrar ese amor, son adoradores, pero técnicamente no son adoración. La adoración es el acto de atribuir valor directamente a Dios.
Las acciones de adoración pueden hacer esto indirectamente, pero cuando la Biblia ordena y elogia la adoración como nuestra expresión más alta, no se trata de otra cosa que no sea la efusión directa, intencional y vertical de adoración. Si bien eso no tiene que ser musicalizado, tiene que ser directo.
La palabra adoración en el Antiguo Testamento significa "inclinarse ante". Es la imagen de presionar la frente contra el suelo con extrema humildad y reconocimiento de la superioridad infinita de quien es adorado. Ese es nuestro lugar legítimo. Lo asombroso no es que Dios invite a nuestra adoración, es que le importaría lo que nosotros, como personas pecaminosas, diríamos de Él.
Es importante honrar a Dios y estar constantemente consciente de Su presencia que está dentro y alrededor de nosotros. Cuanto más reconozcamos Su Espíritu y Su presencia y no solo esperemos a que llegue el domingo por la mañana, más comprensión tendremos de la adoración verdadera.
Expresar gratitud y alabanza al Señor nunca debe ser una rutina. Mientras se prepara para su próxima oportunidad de adorar a Aquel que dio su vida por usted, considere su nivel de anticipación. Recuerde, Él es nuestro pastor y nosotros somos Su rebaño. Nos conduce a pastos más verdes y nos hace acostarnos junto a aguas tranquilas. Él vela por nosotros y nos protege. Elegimos adorarlo porque Él es digno de ser alabado.
Orar
Soy elegido por Dios y elijo la adoración. Señor, solo Tú eres digno de mi más alta adoración. Eres misericordioso, clemente, lento para la ira y abundante en amor y fidelidad. Gracias por quién eres y lo que has hecho en mi vida: por amarme, elegirme, salvarme, hacer tu hogar en mí y traerme sano y salvo a casa contigo.