Boletín 10.abril.22: Lo que no empieza bien, puede terminar bien.

por Pastor Eliezer Ronda

 

Somos personas que constantemente nos invitan a comenzar nuevos proyectos, empresas y sueños. La cantidad de mensajes en los medios para que nos lancemos a una aspiración nueva y ser emprendedores es incontable. Con eso, no negamos que nos gustan los cambios y emprender. La oportunidad de nuevos comienzos nos llena de entusiasmo entremezclado con la esperanza de que hay un mejor porvenir que el presente. Así nos lanzamos a dietas, cursos académicos, remodelaciones del hogar, nuevos pasatiempos, entre tantas cosas más. Todo lo que hasta cierto punto es el inicio se celebra con expectativa de mejoría.

 

Sin embargo, hay ocasiones en que comenzamos bien y en el camino, las cosas toman otro rumbo. La demanda de tiempo y las distracciones hacen que las energías que tenemos para lograr objetivos mengüen y hasta pensemos en abandonar lo que aspiramos. La frustración con el agotamiento hace que pensemos que no es posible continuar y mucho menos terminar.  El referente de esta semana nos presenta la realidad de muchas de estas situaciones que enfrentamos.

 

La Semana Santa nos recuerda que hay ocasiones que aquello que tanto nos hemos propuesto contiene momentos que nos llevan a cuestas elevadas que no queremos atravesar. Nos evoca que hasta las motivaciones por encontrarnos con Dios se tropiezan con la resistencia humana que sofoca la esperanza del corazón. Nos adentramos a movernos entre lo incómodo, doloroso y desafiante.

 

El tránsito de Jesús por Jerusalén fue uno que estuvo matizado por la resistencia de quienes creían entender los propósitos de Dios para el pueblo. Algunos cuestionaban la alabanza de los niños y otros eran como aquella higuera que no producía frutos. El templo se había tornado en mercadería y había dejado al costado la oración. En otras palabras, no comenzó bien. En cada uno de los referentes había resistencia y cuestionamiento. En el mismo corazón de Jesús el querer pasar la copa de lo que venía. Sin embargo, el propósito de la misión y el amor de Jesús era mayor.

 

Entrar a Jerusalén no era un asunto de tener una caravana de recibimiento. Era mostrar desde el pollino que el camino de la paz era posible. El proyecto de Dios para trabajar y mostrar otro camino y trayecto se encuentra con nuestra resistencia porque pensamos que no hay salida. No obstante, su camino encontró la cruz para destacar que Cristo tiene algo mayor que grita desde la cruz: “Consumado es”. En ese caso, a pesar de la resistencia, lo que no empieza bien, sí puede terminar bien para la gloria de Dios.