Reflexión: "Perseguidos injustamente" Edgardo Muñoz
Las Bienaventuranzas, el tema de los últimos sermones,
incluyen ocho pronunciamientos hechos por Jesús en el Sermón del Monte. El octavo de estos nos dice: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.” (Mat.5:10) Esta enigmática bienaventuranza tiende a chocar con la lógica terrenal, es decir, con la visión estrecha, a corto plazo, con la que el mundo suele ver las cosas. Hasta este punto, Jesús en su sermón ha estado enseñando sobre cualidades positivas como “ser puros de corazón”, “promover la paz”, “tener misericordia”, etc. Cualidades que se relacionan con bienaventuranza, siendo virtudes con las que la gracia de Dios nos bendice. Ahora nos dice que seremos bienaventurados al ser perseguidos por ser justos, por proceder justamente. Por ejemplo, sufrir consecuencias negativas en nuestro entorno, por denunciar una injusticia o mentir cuando es conveniente.
No se trata de una persecución buscada o merecida por nuestros actos incorrectos. Así lo aclara el versículo siguiente que dice: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.” (v.11)
¿Bendición de ser perseguidos por hacer el bien? Jesús le está enseñando a sus seguidores (v.1) a ver las cosas con “lentes de eternidad”. Es decir, enseña cómo vivir desde el presente como ciudadanos que somos del Reino de Dios, aún en medio de un mundo dominado por la naturaleza caída, dañado por el pecado. Poniendo nuestra mirada en la eternidad, se pone todo el presente en perspectiva, y podemos soportar (y aún disfrutar con el gozo de Su presencia) aún en medio de una persecución injusta. De esto parece hablarnos el versículo 12 cuando dice: “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; ...”. Leí en un comentario que esta injusta persecución suele ser consecuencia de vivir la vida cristiana desplegando el carácter descrito en las 7 bienaventuranzas previas. Recordemos que vivimos en un mundo donde su príncipe es Satanás. (Jn. 12:31, 14:30; 16:11) En un mundo así, si demostramos justicia genuina, muchos nos rechazarán. Pero, “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos ...”.
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