Hace poco mas de 10 años comenzó la era de las redes sociales. Llegó para podamos conectarnos con las personas. Recuerdo que en aquellos primeros años era increíble cómo nos podíamos encontrar con personas que por décadas y años no habíamos visto. De ahí que surgieron actividades de reencuentro de diferentes grupos en la familia, clases graduandas y hasta de compañeros de trabajo que por la distancia y el tiempo ya no sabíamos de su paradero.
De manera automática, surgió como una especie de movimiento de intercambio de fotografías y recuerdos de los tiempos previos. En ese caso, la emoción se involucró en el recuerdo y experimentamos nostalgia, alegría, vergüenza, ira y tantas otras cosas más que hacen que esas vivencias captadas en una imagen o vídeo nos atrapen en la remembranza.
De las herramientas que han hecho las redes sociales en los pasados años están el que podamos ver nuevamente las mismas imágenes del pasado en la memoria de esa red social, lo que evidencia los cambios que hemos experimentado recientemente. Allí volvemos a reír, compartir, llorar y hasta borrar lo que no quisiéramos vivir. Dice Ignacio Morgado, psiquiatra español, que todo aquello que nos emociona, sea porque nos guste o disguste, queda grabado en nuestro recuerdo. Me parece, que la Navidad, en ese mismo sentido provoca ese mar de emociones dónde nuestros recuerdos se confunden en lo grato y lo ingrato.
Aquí me parece que es dónde debemos hacer un alto. ¿Qué es la Navidad para nosotros y cómo esta época de adviento toma relevancia? El adviento supone un momento de reflexión y proyección. Es asunto de internalización de lo que ocurre en nuestro interior. ¿Cómo deseamos que eso pueda ser reflejado en las acciones externas que tenemos en la preparación de lo que Cristo nos ofrece con su llegada? Su nacimiento es la expresión contundente de que Dios ama al mundo y se encarna para comunicarse desde la misma realidad humana.
La Navidad es la expresión de cómo Dios recuerda al ser humano y propone una nueva manera de ver la vida. Es la forma de poner de manifiesto que estamos en el recuerdo de Dios porque nos ama. En la Navidad hacemos memoria de las cosas que hemos pasado y de igual manera, debemos hacer memoria de lo que ocurrió en Belén. Allí, nació. Donde no pareciera que había lugar para una pareja de jóvenes que buscaba como lograr un mejor bienestar, ocurrió el milagro de la vida para todos.
En nuestra condición pecaminosa, donde pensamos y recordamos nuestras vergüenzas, consideramos que no hay lugar para nosotros. Sin embargo, allí nace Jesús para recordarnos que nuestros pesebres no son indicativo del olvido. Mas bien, son muestras del amor de Dios que se hacen presentes cuando pensamos que estamos ausentes en su memoria.
El texto bíblico lo dice así: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8, NVI). Hasta pudiéramos decir, que demuestra su amor por nosotros que aún sabiendo nuestra condición, Cristo nació por ti. Adviento es recordar que tenemos un regalo de amor para todos en Navidad.
Bendiciones,
Eliezer Ronda