Es un tiempo especial para celebrar, compartir y estar en familia. Nos encontramos alrededor de mesas con platos deliciosos, música festiva y conversaciones con personas que apreciamos. Cantamos, reímos, decoramos y disfrutamos momentos significativos. Es Navidad, tiempo de alegría y celebración.
Sin embargo, por alguna razón sacamos un espacio para hacer inventario de las cosas que han ocurrido durante el año y cómo respondemos a una época como esta con todo lo que se avecina. Recordamos lo grato, pero también lo ingrato. Identificamos quiénes están y los que no están. Ahí pensamos en los que hacen falta y las cosas que nos han afectado. Para algunas personas, este ejercicio resulta en uno lleno de angustia, pues invaden emociones difíciles que anulan todo deseo de celebración.
Es por eso que me parece fundamental que la iglesia festeje y celebre la época de Adviento. La palabra Adviento significa “venida” o “llegada”, y esta temporada se caracteriza por la esperanza, la expectativa, la ilusión y el anhelo ansioso. El Adviento no es simplemente una extensión de la Navidad. Es un tiempo que conecta el pasado, el presente y el futuro, y nos ofrece la oportunidad de participar del anhelo de tiempos pasados por la venida del Mesías, para celebrar su nacimiento y permanecer atentos a su segunda venida.
Pero la pregunta que inquieta a algunos muy a menudo es: ¿Qué pasa si no siento ese gozo en esta época del año? ¿Cómo puedo recibir este regalo del gozo en medio del sufrimiento, de la soledad, del dolor, del ajetreo, el estrés o el aburrimiento?
Hay ocasiones en nuestra vida en las que puede resultarnos difícil reconocer la presencia del gozo, especialmente cuando su aspecto no es el que deseamos. El texto bíblico nos recuerda que habían pastores cuidando sus rebaños cuando recibieron la noticia del ángel para indicarle lo tan esperado: “No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11,NVI).
Lo interesante era que los pastores no gozaban del prestigio de la gente. Su presencia no les causaba gozo a los demás, pues muchos consideraban que eran ladrones y que vivían en territorios invadidos. Sin embargo, eran parte de todo el pueblo y para ellos que esperaban ser aceptados por los demás, fueron los primeros recipientes de la noticia de la esperanza materializada para el pueblo. El adviento es tiempo de gozo y sabemos que somos parte de la noticia de Dios.
Alégrate. Navidad es ver la respuesta de Dios para tu vida. Nos toca ir al pesebre y ver que Emanuel ha nacido. Dios está con nosotros.
Bendiciones,
Eliezer Ronda Pagán