El tema obligado en las pasadas semanas en el mundo ha sido la Copa Mundial de la FIFA. Es un mes de juegos entre las mejores selecciones nacionales de los continentes que se encuentran para disputar el gran anhelo de que uno de ellos se corone como el mejor equipo del mundo. Dejan todo en el terreno y luchan con el corazón para adquirir el gran premio de la copa. En la pasada edición de 2014, se estimó que cerca de 3.2 billones de hogares fueron testigos la copa, sin contar las multitudes que presenciaron los partidos. En otras palabras, cerca de la mitad de la población del mundo que se estima en 7 billones de habitantes, ven los juegos de esta competencia.
Sin embargo, la mirada de muchos de nosotros esta semana no estuvo en lo que ocurría en los estadios rusos de San Petersburgo, Sochi o Moscú. Estuvo en una cueva de Chian Rai, Tailandia, donde un equipo de fútbol juvenil de 12 niños, junto a su entrenador quedaron atrapados ante la crecida del río cavernoso ante lluvias copiosas en esa zona. Esta angustiosa situación tomó 9 días para la localización de los chicos y otros 10 días para su rescate final.
Aquí se ubican dos situaciones donde la mirada de todo el mundo ya no es acerca de la copa mundial que junto a toda la publicidad millonaria, ocupa la vista de todo lo que vemos en nuestro derredor. Mas bien, es mirar en la fragilidad de la vida de jóvenes. La tragedia, el dolor y la preocupación se apodera de los familiares que ante la impotencia de acceder a los espacios literalmente tenebrosos que presenta la cueva, luchan con la ansiedad de ver a sus hijos a salvo.
Afortunadamente, un grupo de expertos en buceo de cavernas colaboró en el proceso de encuentro, alimentación y finalmente rescate de todo este equipo que tomó 72 horas. Hoy podemos celebrar que los 12 niños y su entrenador están a salvo y son atendidos clínicamente para su recuperación. Sin embargo, en el proceso del rescate, uno de los rescatistas de nombre Suman Kunan, perdió su conocimiento luego de llevarle oxígeno a los niños y falleció cuando a él se le acabó el oxígeno de su tanque. Kunan no conocía a los niños, solo su necesidad de ser rescatados.
El evangelio nos recuerda que Jesús decidió penetrar a los espacios inalcanzables de nuestra vida para salvarnos y rescatarnos de nuestro pecado. En ocasiones, nuestras decisiones y actos nos llevan a quedarnos atrapados en escenarios que no sabemos como salir de ellos. La penumbra de nuestros miedos junto a la oscuridad de la inseguridad nos llevan a pensar que no es posible salir de allí. Vemos en el texto bíblico cuando destaca que “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Mas bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan”(2 Pedro 3:9, NBD).
Hoy es un día para comprender que jugar es especial y bueno para compartir, celebrar y disfrutar un buen tiempo en amistad. No obstante, la vida no es un juego para desperdiciarlo en lo que creemos nos trae deleite momentáneo. Vivamos para Cristo y si estamos atrapados, busquemos su rostro. La escritura lo dice así: “Porque uno solo es Dios y uno solo es el mediador entre Dios y la humanidad: el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo como rescate por todos” (1 Timoteo 2:5-6ª). Bendiciones.
Rev. Eliezer Ronda Pagán