Es hora de hacer la asignación

Comenzamos una nueva temporada del año escolar. Es la época en que retornamos a varias experiencias de rutina en la calle. Desde el tapón en las avenidas principales de tránsito, el ajetreo en las dinámicas familiares y la ansiedad que se suma con todo eso, es esencial que podamos desarrollar un enfoque para las oportunidades que nos presentan temporadas como estas.

Lo curioso con esta temporada es que nos invita a repensar rutinas, y para quienes transitan en el ambiente escolar. También nos presenta desarrollar nuevas metas y propuestas para enfrentar este tiempo. Desde los maestros, padres, alumnos, el personal administrativo y hasta quienes están relacionados de manera más indirecta, miran esta temporada de agosto como un inicio para alcanzar nuevos logros.

No obstante, entre todas las cosas que queremos lograr, no podemos obviar que para eso hay algo que es esencial en el mundo de la escuela. Me refiero a las asignaciones establecidas por los maestros para el aprovechamiento académico.. En mi caso, admito que no era de los estudiantes que le gustaba hacer las tareas. Para mí, llegar a la casa, era tiempo de jugar, ver televisión y de salir a la calle. Lo menos que quería era hacer las asignaciones.

En esto reside el gran desafío entre las metas que queremos alcanzar y la madurez para llegar a ellas. Si tenemos muchas cosas que quisiéramos hacer, pero no ponemos manos a la obra, nos quedamos en muchos sueños y anhelos sin lograr lo que aspiramos. Para eso, hay que hacer la asignación. El detalle estriba en que hace tiempo que tenemos asignaciones para hacer.

En una ocasión, la familia de Jesús fue a celebrar una de las fiestas más significativas de la comunidad judía.  Fueron a Jerusalén para participar de la fiesta de la Pascua. La escena se volvió complicada cuando José y María no encontraron a Jesús entre el tumulto de gente por tres días. La desesperación por su desaparición fue increíble. No fue hasta que buscaron dentro del templo que lo encontraron conversando con los maestros acerca de la ley.

La respuesta de Jesús fue importante: “¿Pero por qué tuvieron que buscarme? —les preguntó—. ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi    Padre?”(Lucas 2:49,NTV).

La escritura destacó que era necesario que Jesús estuviera en la casa de su Padre para conversar, preguntar, contestar y participar de lo que le haría crecer. Nuestra asignación no es traer los niños al templo solamente. Es conversar,  escuchar sus  preguntas y participar con ellos de sus experiencias significativas de vida para formar su corazón. Ninguna meta académica de logro, puede materializarse si no hacemos nuestra tarea.

El buen amigo Reggie Joiner de Orange lo dice de esta manera: “Lo más importante de todo es que nuestros hijos tengan una relación auténtica con Dios. Los padres y madres  no somos las únicas influencias adultas que nuestros hijos necesitan. Nuestros hijos deben saber que nunca dejaremos de luchar por tener una relación correcta con ellos. Nuestra relación con Dios y nuestros matrimonios afectan a nuestros hijos más de lo que imaginamos. El hecho de estar juntos, nunca puede sustituir el interactuar juntos de manera significativa.

Entre tanta tensión con lo que ocurre en nuestra Isla y las cosas que intimidan la esperanza de las nuevas generaciones, es urgente que hagamos la tarea de caminar juntos con un compromiso de velar por sus corazones para tener us relación auténtica con Dios. A fin de cuentas, nos corresponde que así como lo hizo Jesús, puedan crecer en sabiduría y estatura en el favor de Dios y de toda la gente.

Bendiciones,

Eliezer Ronda