Algunas cosas que recuerdo de mi niñez es que dondequiera que iba, había un árbol grande que daba una sombra enorme bajo sus ramas. Había árboles en mi casa, en la de mis abuelos, en la escuela y hasta en el parque de pelota. Es más, hasta en los estacionamientos de los centros comerciales. Recuerdo como mi papá los buscaba y hacía lo posible por quedar bajo su sombra para dejar el carro. Los árboles presentan belleza, alimento y espacio para descansar. Desde la óptica de la actividad natural, nos dan oxígeno que se transforma en respiración para que podamos vivir. En otras palabras, son vida para todos.
Me parece que muchos transitamos por caminos en los cuales intentamos encontrar significado por tanto afán que nos arropa. De ahí, que hemos estado pensando acerca del significado de la vida desde la pluma de Eclesiastés. Para algunos, la vida es afán. Para otros, es mucha fatiga por nuestras condiciones de salud y para otros, es actitud de lucha ante la adversidad. La propuesta del Nuevo Testamento presenta varios acercamientos a lo que es la vida. En ellas podemos leer varios vocablos griegos que nos ayudan a entenderla. Uno de ellos es “bios” que se refiere al aspecto físico o la actividad biológica. El segundo responde al nombre de “psujé” que se refiere a la mentalidad de la vida en cuanto a nuestras emociones y voluntad. Finalmente, el texto presenta la palabra “zoé”, que responde a la vida eterna que es ofrecida por Dios. Muchos viven en la zona del dolor en cuanto a lo que experimentan en su cuerpo y las situaciones que les abruman. En cambio, Dios quiere ofrecernos vida en abundancia. Eso no quiere decir que seremos eternos en nuestros cuerpos, sino que podemos encontrar eternidad en su regalo de vida a través de Jesús.
Desde el origen del Génesis podemos leer cómo Dios ubica al ser humano en un jardín con muchas posibilidades. En el centro estaba el árbol de la vida y del conocimiento del bien y el mal. La selección del ser humano fue optar por el conocimiento con una idea egoísta de ser superior a la vida misma. El resultado fue ver nuestra desnudez a raíz del pecado.
Dios le dio al ser humano la oportunidad de pasearse entre la vida. Optó por ser superior e ignorar que el árbol de la vida estaba allí mismo. El árbol de la vida se vuelve a ver al final de la Biblia al destacar: “Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida (Apocalipsis 22:14. NVI). La mentalidad que mancha nuestros vestidos, es limpiada y renovada cuando ponemos nuestra confianza en Jesús que nos ofrece vida eterna. El pecado no supera su acto de amor. Nos lleva a la sombrita del árbol de la vida para que nos recreemos con alegría y tengamos vida. Escogemos la alegría de vivir porque Cristo es nuestra esperanza. Busquemos la sombrita en la palabra de Dios y disfrutemos lo que nos ha dado. Vivamos con esperanza, pues “tomar nuestra parte y disfrutar de nuestro trabajo es un don de Dios. Y como Dios nos llena de alegría el corazón, no nos preocupamos mucho por los días de nuestra vida. (Eclesiastés 5:19b-20, RVC). Celebremos la alegría de vivir en Cristo Jesús.
Bendiciones,
Eliezer Ronda Pagán