Ya han pasado 3 meses desde que comenzó la crisis de la pandemia del COVID-19. Para muchos han sido aproximadamente 6 meses de miedo. Al comenzar el año, nos enfrentamos a una serie de temblores que pusieron una porción de la población del área sur de nuestra isla en pánico.
Vivimos en unos tiempos donde los desastres naturales nos traen malos recuerdos de nuestras experiencias durante los huracanes Irma y María. Ya son 3 años desde entonces y quizás para muchos, este año 2020 iba a “ser su año”. Sin embargo, se encontraron con los cimientos de su vida tambaleando. Luego, cuando por fin los temblores empezaban a calmarse y poco a poco algunas cosas volvían a la normalidad, nos topamos con otro choque a nuestra realidad, el COVID-19. Un virus que por semanas se insistía que no llegaría a nosotros, porque estaba en el otro lado del mundo. Pero sí llegó.
Encerrados y en cuarentena, hemos sido bombardeados sobre escándalos de pruebas, asesinatos causados por discrimen racial, protestas y revueltas a nivel mundial, cuyo origen surge por eventos en la nación americana, entre otros. Nuestra vida en este momento puede parecer un túnel sin final, tomando curvas y caídas inesperadas que podrían dejar algunos desesperados y es normal que ante este cuadro de eventos muchos se sientan así.
En momentos como estos, me gusta recordar un pasaje bíblico que se encuentra en Eclesiastés 3, que presenta cómo hay un tiempo para todo. Aunque ahora mismo estamos en tiempos adversos donde quizás suframos por salud o por situaciones económicas, habrá un momento de prosperidad y otros que quizás no sean tan prósperos. Pero en todos debemos recordar que Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino uno de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 2:7), y más aún, nos dice en su Palabra que no habrá nada con lo cual no podamos lidiar si confiamos en Dios, pues Él siempre nos dará la salida y la solución (1 Corintios 10:13).
No dejemos que el maligno nos robe el gozo y nos haga perder de vista la luz que hay al final del túnel, que, aunque parezca que está lejos, sigue estando ahí. Hay esperanza, porque todo tiene su época y cada época tiene su fin.
Dios les bendiga,
Ángel Daniel Meaux Ortiz