“Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,” (1 de Pedro 2:2)
Buscamos SU Palabra, deseándola como los recién nacidos. Necesitamos la leche espiritual no adulterada, para madurar física, mental y espiritualmente. La Palabra es el alimento esencial, es Pan de Vida para nuestra alma. La Palabra es vida y es luz en nuestros caminos. Como recién nacidos en Cristo tenemos y sentimos la necesidad de esa leche no adulterada que es lo mismo que la Palabra que nos llega de nuestro Dios Santo, sin mancha, incorruptible. SU Palabra es como agua fresca que nos hidrata. La vida y testimonios de Jesús la encontramos en SU Palabra. La Palabra de Dios incluye sus directrices, su propósito, su voluntad y su plan. Nos llega por medio de Jesucristo. La Biblia es la Palabra de Dios. Debemos desearla, anhelarla y escudriñarla para crecer espiritualmente. Sabemos que somos linaje escogido para anunciar las Buenas Noticias de Aquel que nos llamó de las tinieblas en que vivíamos a su luz admirable.
Deseamos la leche no adulterada (SU Palabra), desechando nuestros pecados para agradar a Dios como es nuestro deber. La malicia, la envidia, el odio y la hipocresía obstaculizan nuestro bienestar eterno cuando recibimos el alimento sano de la Palabra. El deseo continuo de buscar SU Palabra es evidencia de que hemos nacido de nuevo. PROSIGAMOS pues, a la meta que nos hemos trazado, sabiendo que el Señor Jesucristo ha sido bueno y misericordioso. Vamos a seguir añorando SU gracia. Vamos a alimentarnos con la leche sincera de SU Palabra. Dios les bendiga.
Oración:
Amado Dios, gracias por darnos el alimento espiritual que nos permite entender tu Palabra. Te pedimos que quites de nuestro camino todo lo que pueda adulterar tus enseñanzas, de manera que cada día podamos crecer y seguir hacia la meta que nos hemos trazado. Amén.
Anita Romero Vda. de Ronda