“Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” (Juan 15:7 NVI)
Al leer este versículo me pregunté... ¿Por qué si he permanecido tanto tiempo en Dios, no siempre recibo lo que pido? ¿Acaso debo vivir una vida sin nunca cometer ni un solo pecado para realmente permanecer en Él? Ante esta "aparente contradicción" decidí leer el capítulo completo. Al hacerlo noté que el enfoque de Jesús no necesariamente era que nosotros lo obedezcamos con el fin de que nuestras peticiones sean concedidas. Es que si de verdad lo amamos por quien es Él y por lo que hizo por nosotros, nos dará alegría permanecer en Él para dar frutos que glorifiquen su nombre.
Mientras más permanecemos en Dios y en sus palabras, más lo conocemos. Podremos percibir mejor lo que para Él es más importante. Darlo a conocer a Él se vuelve más importante. El vivir deseando cumplir los deseos de Dios se vuelve más importante que cumplir nuestros propios deseos. El experimentar su gran amor y perdón a través de conocerlo nos da ese sentido de urgencia de predicar el Evangelio a nuestro prójimo. Al poner el Reino de Dios primero en nuestras vidas nuestros anhelos y deseos cambian por los de Cristo. Por ende, recibimos lo que le pedimos porque van conforme a su voluntad, como dice 1 Juan 5: 14 - 15. En conclusión, si permanecemos en Él con el fin de dar frutos para su gloria recibiremos lo que pedimos porque será alineado conforme a su voluntad.
Oración:
Amado Dios, gracias por tu Palabra. Danos sabiduría para que podamos reflexionar sobre si estamos permaneciendo en ti para nuestra gloria o para la gloria de Dios... Dios les bendiga.
Huascar Eli