Reflexión pastoral
Tenía como 22 años y me dirigía hacia Mayagüez para una reunión con el equipo directivo de la Asociación Cristiana Interuniversitaria (ACI). Iba solo y en un Hyundai Excel del 1994. De camino, por el puente en el expreso que pasa cerca de los “Outlets” de Barceloneta, de repente se “explotó” una goma del carro. Al detenerme a cambiarla, busqué la goma de repuesta del baúl. Me topé con la sorpresa que esta tenía un tornillo enterrado y se vaciaba con mucha facilidad. Se pueden imaginar mi cara de desesperación. Por más que intenté remediar con el “llenador” de gomas portátil que tenía, el esfuerzo fue infructuoso porque la goma tenía un escape. Tenía lo que necesitaba, pero no estaba en las condiciones óptimas para poder llegar a donde quería. La goma no era funcional, mas bien era disfuncional.
Nuestras familias en ocasiones se encuentran en situaciones similares. Emprendemos proyectos y trayectos que nos llevan a lugares que deseamos. Pero, por diversas razones, se nos “explotan las gomas” durante el camino y estamos obligados a detenernos para resolver aquello que no nos permite continuar. Todas las familias tienen sus luces y sus sombras. En todas encontramos experiencias gratas y otras que nos marcan. Se aspira a lo ideal, aunque en ocasiones, nos encontremos con situaciones que trastocan nuestras emociones y estamos forzados a tomar nuestro espacio. Pudiera ser que hasta nos encontremos con la realidad que aquello que pensábamos que iba a “reparar” lo que queríamos, también esté afectado. En ese caso, está fuera de servicio.
Una de las disfunciones que se apoderan de nuestros hogares es cuando no hacemos provisión de los unos a los otros y por lo tanto, andamos con el tanque vacío. Nuestras gomas están peladas y se exponen a quebrarse en medio del camino. El riesgo cada vez es mayor si no nos detenemos. El texto bíblico lo presenta así: “Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7, DHH).
Hagamos provisión.
Rev. Eliezer Ronda Pagán
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