por Pastor Daniel Rivera
El potencial de nuestra vida se afirma en dejar cosas que nos limitan a un lado, descubrir y desarrollar dones. Esforzarnos hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios. Desarrollar el potencial de nuestra vida como servicio a Dios, me acuerda el café. Como muchos saben, me encanta el café. Esta semilla se cultiva y procesa en un ambiente de muchos cambios hasta llegar a cada taza para traer alegría. Su procesamiento consiste en sembrarlo, cambiar de varios métodos y esperar de dos a seis meses hasta la germinación de la semilla. Luego, se elimina la pulpa de las cerezas del café y se decide su modo de curación, húmedo o seco, para que varíe el sabor. El potencial del café se mide por el proceso que lleva.
Este proceso del café nos coloca frente a la imagen que el potencial de nuestra vida es curado por el amor de Dios. Pablo, en la carta a los Filipenses, afirmó de manera magistral la motivación de nuestro potencial en Dios. “Yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está Adelante, prosigo a la meta al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:13-14). El desarrollo de nuestro potencial en Dios se dará en tanto y en cuanto aprendamos a depender de Dios, busquemos de Su presencia a través de Su Palabra, le adoremos en todo tiempo y podamos procurar espacios de servicio.
Nuestro potencial en Dios desarrollará el sabor de la tierra y la alegría de quienes impactemos con nuestro testimonio. Así como el café tiene un aroma y sabor exquisito, llegar a nuestro potencial inquieta y motiva a las demás personas hasta el llamado de Dios.