Boletín 8.mayo.22: El regalo de la maternidad

Hace unos años, una campaña publicitaria por American Greetings, una de las compañías de tarjetas postales más grandes de los Estados Unidos lanzó un anuncio.  Este consistía en solicitar empleo para el trabajo más fuerte del mundo. Las personas que interesaran, debían hacer una entrevista virtual en donde se les diría los requisitos que debía tener. Las exigencias eran absurdas y fuera de toda sensatez.

Algunas de las obligaciones para este trabajo eran: un doctorado en psicología o equivalente, las habilidades para manejo de crisis, la capacidad de manejar un mínimo de 10 a 15 proyectos a la vez, y trabajo de 135 a un número ilimitado de horas por semana y todo el tiempo de pie. Además, no había vacaciones ni días festivos y se garantizaba que durante esos días el trabajo se iba a duplicar. Para colmo de exageraciones, no había paga. El sueldo sería $0 anuales.

Como pueden imaginar, todos los aspirantes se reían de manera absurda y pensaron que las propuestas hechas por el entrevistador eran necias e ilegales. Sin embargo, todo cambió cuando les informaban que ya había una persona que hacía eso. Los entrevistadores destacaban que las madres hacían todo eso y con ello, las personas sonreían con agrado. El vídeo se tornó viral y muchísimas personas reaccionaron con emociones de gratitud por el mensaje.

Todos los seres humanos que hemos tenido la oportunidad de respirar, hemos estado en el vientre de una mujer. Allí fuimos alimentados y surgió el primer acercamiento con la vida. Nos cargaron y en el momento que menos lo imaginamos, nos alumbraron a la vida. Desde el mismo inicio de la vida hay una relación directa con el tacto de una mujer que nos ha dado de ella para que podamos existir.

Como pastor lo veo frecuentemente. Mujeres que llegan al templo con mucho esfuerzo con sus hijos para animarlos a que transiten en el trayecto de la fe en Dios. Las he visto ir a todos los eventos deportivos de sus hijos. Las he escuchado orgullosas de los logros que han tenido. Las he contemplado en su esfuerzo de ser porristas, pero ante todo, las he conocido como guerreras de oración por sus corazones. Las madres son la expresión del amor y apoyo más especial que podemos tener.

La ICDC Metropolitana se enorgullece en tener madres extraordinarias que han formado los corazones de hombres y mujeres que contribuyen al servir a Puerto Rico. Madres, hoy las celebramos y las homenajeamos. Ustedes dicen que los hijos son el regalo de Dios, pero más bien son ustedes nuestro regalo del cielo, el mejor ejemplo del amor de Dios.