por Patria López
Como maestra de ciencias por varios años, he tenido el privilegio de transmitir y facilitar el aprendizaje a mis estudiantes sobre cómo los organismos vivos interactúan unos con otros. En otras palabras, estos no actúan, ni se comportan de manera independiente. Por el contrario, dependen unos de otros. Esta cadena permite una transferencia de energía con el propósito principal de mantener un equilibrio entre las especies y por ende la prevalencia de la vida.
De la misma manera que todos estos organismos tienen un propósito en la cadena alimentaria, nosotros también tenemos uno y hasta más propósitos para los cuales fuimos creados y estamos en esta tierra. Desde el punto de vista profesional, si somos niños, adolescentes y sobre todo jóvenes, vienen las metas profesionales y laborales.
Desde el punto de vista personal y social, tenemos varios dilemas en nuestro caminar en la vida como, ¿qué valores sociales seguir?, ¿casarnos o no casarnos?, ¿cuándo casarnos?, ¿tener o no tener hijos?, ¿en quién voy a confiar?, o sea ¿quiénes serán nuestras amistades?, entre otras…
“Mi propósito es darles una vida plena y abundante”, dice el Señor Jesucristo en Juan 10:10. Así que, si el propósito de Dios es darnos vida, nuestro propósito en la Tierra es vivir una vida plena y abundante. Pero, ¿cómo vivir una vida plena “viviendo” dentro de un mundo que está en ansiedad, dificultad, corrupción social y espiritual, y en donde nos sentimos que por momentos los retos son mayores de lo que nuestras capacidades pueden trabajar? Nuestro Señor nos muestra en muchos pasajes de la Palabra que a pesar de las situaciones y las aflicciones podemos confiar; tener fe para creer que Él nos dará la solución; tener gozo en medio de la tristeza (aunque parezca lo contrario), tener fortaleza cuando más débil nos sentimos, tener vida aunque el mundo esté en pecado (muerte), ser luz aunque el mundo esté en oscuridad y cumplir uno de los mayores propósitos de Dios para con nosotros’: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y llevar el evangelio de Jesús para ser productores de energía (vida) y transferirla a aquellos que están en necesidad de Salvación y de propósito divino en la vida.