“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar (Mateo 11 28).
Hay un himno que cantamos por años en la iglesia que dice así: ♫ Confío en Dios quien es mi amparo fiel. En luchas cruel mi defensor es Él. Se apaga el sol a su arrebol, mi Padre amante cuidará de mí. ♫
Cuando entonamos este himno y lo hacemos con la seguridad de que la letra refleja la realidad de nuestra experiencia con Dios, es reconfortante. Es alentador saber que Dios está siempre tan cerca de mi atento a mis necesidades. Que, en mi diario vivir, en las grandes y pequeñas cosas Él me acompaña. No estoy sola porque Él tiene cuidado de mí y de los míos.
El poder sentir el acompañamiento del Señor en mi vida cotidiana no surge como un acto de magia, sino que es el resultado de una relación diaria de diálogo sincero y genuino con Él. A este diálogo le llamamos oración y el estudiar en la Biblia sus enseñanzas, promesas y guianzas, es la clave que me lleva a fortalecer mi relación de hija con Él.
Hace 51 años en el camino hacia una vida independiente de mis padres me encontré con Él estando en la universidad. Fue un encuentro único donde me mostró su grande amor por mí. Supe que tenía que aceptar que andaba hasta ese momento sin Dios y sin esperanza, como resultado de una vida en pecado. Necesitaba nacer de nuevo en Él y para Él. El Señor había derramado su sangre en el calvario por mí y esto no era un cuento del camino. Dios era real y se preocupaba por mostrármelo. Desde entonces, el Señor es mi amigo y caminamos juntos.
Han habido muchísimas alegrías, retos, conflictos, logros, penas, pérdidas, etc., que han formado y fortalecido el ser humano que soy. Reconocer su presencia en cada situación que ha tocado mi vida me ha enseñado que Él es mi reposo. Él es mi refugio, mi fortaleza y solo Él tiene control de mi vida si se lo permito. ¡Cuántas luchas! ¡Cuántas batallas ganadas y otras aparentemente perdidas! Aparentemente perdidas porque para los cristianos las pérdidas se convierten en ganancias si estamos en su voluntad.
Yo escojo trabajar mis emociones (ansiedades, frustraciones, tensiones, etc.) con mi amigo Jesús, quien dijo: “venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar”. Esto es un acto de fe porque yo sé que Él tiene cuidado de mí.
En estos momentos en que vivimos el aislamiento social para el beneficio de todos nosotros, especialmente para aquellos que amamos, porque no queremos contagiarlos, nos es necesario descansar en Él. No permitamos que la ansiedad nos domine y nos entristezca porque Dios quiere que descansemos en Él. No es momento de turbarnos, es momento de pedirle a Él que la palabra que hemos predicado tantas veces podamos vivirla para gloria de su nombre. Nos aislaron de la gente que amamos, pero no nos aislaron de su compañía. Él está con nosotros y nos dice descansa en mí porque la tormenta pasará. Nos esperan al otro lado nuestros familiares y amigos y retomaremos nuestras vidas mucho más fuertes y unidos que antes.
Que Su gracia nos cubra.
Wilma Oliveras Pérez