7 “Y nuestra esperanza con respecto a ustedes es firme, porque sabemos que, así como son compañeros en las aflicciones, lo son también en la consolación” (2 Corintios1:7).
Observando a nuestro alrededor, meditamos cómo cada día podemos ver que estamos en un país convulso al igual que un mundo en donde las situaciones se complican. Se nos hace difícil ver un rayo de luz a la distancia. Cuando eso ocurra, detengámonos y busquemos una nueva dirección. Para los hombres y mujeres de fe, es la palabra viva y eficaz la que no vuelve atrás vacía.
Es entonces cuando esa palabra toma vida ante nuestros ojos y alienta nuestro corazón. Al ir al libro de 2 Corintios, vemos que Pablo, en su carta, lidia con el problema de los falsos maestros que tienen un mensaje distorsionado. Pablo utiliza su propio testimonio para llevar un mensaje de fe y esperanza a la iglesia en Corinto. En ese momento histórico esta ciudad llegó a tener la reputación de una de las más inmorales en el mundo antiguo. De igual modo, era un centro comercial floreciente, por ser una ciudad costera en donde llegaban grandes barcos trayendo gran cantidad de personas y mercancía para mercadear.
Ahí se levanta una iglesia cristiana que tendría que enfrentarse a grandes presiones y conflictos. Pablo, busca la dirección en oración junto a la iglesia. Defiende la verdad de su mensaje ante las adversidades que rodeaban a este pueblo que buscaba dirección. Y del ataque de los falsos mensajes que buscaban destruir la obra del Señor. Es por esto que, en el Capítulo1, versículo 7 de 2 Corintios dice: “Y nuestra esperanza respecto a vosotros es firme”. Ante la adversidad del mensaje desconsolador les recalca que la esperanza de Pablo continuaba firme por que él sabía en quién había creído y que las promesas del Señor sobre su pueblo se habrían de cumplir.
Hoy podemos pensar que Pablo, como humano, le atacaba la ansiedad y el desasosiego. Porque entendía que no podría reunir las herramientas y recursos necesarios para levantar la fe del pueblo. Junto a sus líderes, leían sus cartas, buscando en ellas las fuerzas necesarias para sostener la obra. Tal vez tú, que lees hoy esta reflexión, piensas que no cuentas con las herramientas ni los recursos necesarios. Pero te invito que al igual que Pablo, te detengas y busques tu caja de herramientas que es la palabra del Señor, en donde hay grandes recursos que podemos utilizar. Al igual que Pablo, continúa diciendo en 2 Corintios, Cap.1, versículo 7: “pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación”. Porque él tuvo muchas luchas y se esforzó para traerle consolación a la iglesia en Corintios. Tenía la fe y esperanza que de la misma manera que Dios lo consoló en sus momentos más difíciles, así también, traería consuelo a sus creyentes cuando sufrieran por su fe. Afirmamos hoy que de la noche a la mañana todo cambia de la misma manera que en otras situaciones por las cuales hemos atravesado. El denominador común es la unión, el respaldo, el abrazo y el hombro para llorar juntos. Aprendamos a luchar contra las adversidades diarias que trastocaron nuestras vidas. Pero nos levantamos unidos como pueblo. La iglesia asume un rol de liderazgo dentro de las comunidades trayendo apoyo material y espiritual a aquel que lo necesita. Pero esta experiencia ha sido diferente. Ya no puede haber abrazo, ni hombro para llorar. La frase del momento es “distanciamiento social”, que se ha convertido en social, familiar y congregacional; el cierre de todo lo que era parte de nuestra vida diaria.
Nos tenemos que “reinventar”. Otra palabra nueva en nuestro vocabulario. Pero en 2 Corintios, Cap.4, 15-16 dice Pablo: “Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros para que abundando la gracia por medio de muchos la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.”. La iglesia ha cerrado el templo. Pero, por la gracia del Señor, continúa más vigente; viva y eficaz. Eso no ha cambiado y nosotros, la iglesia del Señor, comprada a precio de sangre, está de pie. Tú también eres parte de esta iglesia que se levanta y proclama que Dios es el “Alfa y el Omega (principio y fin). En Él y sus promesas estaremos seguros. Cada amanecer trae un nuevo día”.
Oración: 2 Corintios, Cap. 5-1 dice: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”. Señor, nos postramos ante ti en súplica y adoración para que tu paz sea sobre tu pueblo. Y al igual que Pablo, tengamos esperanza en tus promesas y continuemos firme junto a la cruz vacía, señal de redención y amor para todos por igual. En el dulce nombre de Jesús. Amén.
Edilberto Rivera